En Ciudades desiertas José Agustín lamenta la frialdad de las ciudades estadounidenses y su aparente pulcritud. Como guantes de látex para el cirujano. Aunque el autor mexicano exageró, esta visión nos remite a una palabra clave: ambiente.
Para la muestra Factory Walls (nominada para el premio Prix Pictet, el primer premio global enfocado a fotografía y sostenibilidad, que será otorgado en 2014), Adam Wiseman tomó fotografías de fábricas en las que el blanco es el color predominante. Como un entorno casi robótico, deja ver “manchas” de vida humana o artificial que se resuelven en una belleza abstracta, como lo señala el propio Adam. Esta estética “se magnifica por el detalle en las impresiones de gran formato sobre papel de algodón alemán Hahnemühle”, dice el fotógrafo capitalino nacido en 1970.
En la era del Instagram, esta galería se ha especializado –desde 2009– en la fotografía de autores mexicanos y extranjeros, consagrados o emergentes, en cuya propuesta formal destaque la originalidad. Pero, más allá de la curaduría que permite exponer la obra en gran formato, ¿qué puede diferenciar al profesional del amateur? Independientemente de la calidad, Adam piensa que la distinción la hace “el fenómeno de la inmediatez y la edición, tener una educación visual que te permite contextualizar un cuerpo de trabajo”.
Así, con Factory Walls la captura de un “instagramero’”se diferencia, primero, al destacar la estética de objetos que pocos notan (¡cuántas veces el extinguidor es lo más hermoso en una muestra de arte contemporáneo!). Y segundo, al limitar el mensaje con un título limpio como lo que expone, en favor de un espectador que mirará con esa asepsia, aunque salga manchado de esa belleza.
Adam define su obra como fortuita, sobria e intuitiva. En el caso de Factory Walls, la percepción de esa magia cotidiana, aunque probablemente no sea notada por los que trabajan en esas fábricas, es una lección para el ojo.