El movimiento de las luces robóticas ciega por segundos mientras la temperatura sube y sube y sube. Irene está rodeada por un conjunto de miradas que la contemplan al bailar. Frente a ella hay un hombre que trata de robarle la atención del público, se esfuerza, suda, salta. El Patrick Miller es testigo de la batalla.
Desde hace más de 25 años, Irene es seguidora del high-energy (Hi-NRG), un género de música electrónica bailable que inundó la escena nocturna en los ochenta. Dice que un amigo la llevó al Club de Periodistas a los 16 años, el exnido del Patrick Miller donde el dj y productor Roberto Devesa empezó a mezclar.
Irene recuerda que el ambiente era distinto. La mayoría eran chavos de entre 15 y 25 años, quienes se desvivían por bailar lo más nuevo de la música electrónica. "En esa época se respiraba Hi-NRG por todos lados", asegura.
Ahora, en la actual sede de la Roma, abundan los curiosos y "los que quedamos atrapados en los ochenta", afirma.
Hombres y mujeres de 35 a 45 años: padres de familia, profesionistas y trabajadores. Los resquicios de una época neón que no para de disfrutar del baile cada viernes.
El estilo de Irene destaca; cuenta que estudió jazz y teatro. Lo aplica en sus movimientos. Asegura que muchos de los bailarines de Hi-NRG de su época aspiraban a pertenecer al ballet del sonido Polymarchs.
El baile y la música han construido una comunidad en el Patrick. Irene dice que lo más importante es seguir el ritmo, obedecer a la música, escucharla. "El high no solo es un pasatiempo, es una estilo de vida", sentencia.