1. Museo del Chopo (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  2. Museo del Chopo (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  3. Museo del Chopo (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  4. Museo del Chopo (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal

José Luis Paredes Pacho

Director del Museo Universitario del Chopo

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Después de una remodelación que lo tuvo cerrado un par de años y de una tibia reapertura, la dirección del Museo Universitario del Chopo pasó, en mayo de 2012, a manos de José Luis Paredes Pacho, mejor conocido simplemente como Pacho. Venía de dejar la Casa del Lago como uno de los espacios con mejores opciones culturales (ahí creó, por ejemplo, el Festival de Poesía en Voz Alta), así que las expectativas eran altas.

Al llegar, Pacho diseñó un programa estratégico. "Te puedes perder porque puedes empezar a programar lo que te va llamando la atención, pero un director no debe programar por el gusto personal, sobre todo si es un lugar público", dice. Realizó una investigación sobre la historia del museo, su ubicación y la interpretación de la misma y el tipo de manifestaciones culturales que aquí florecieron. Así llegó a cuatro líneas de trabajo: Subterraneidades y escenas heterodoxas; Dispositivos tecnológicos y economías creativas; Espacio urbano y arquitectura; Espacio, recinto y colección. A partir de ellas se desprende la programación del museo, tanto en artes escénicas como en performance, teatro, danza, literatura expandida, exposiciones y en el centro de documentación. Por supuesto, las posturas transversales e interdisciplinarias también son bienvenidas.

En su investigación se dio cuenta de que la historia documentada del museo no era tan amplia como debería, y que para hacerla crecer tenían que incluir los registros de las escenas culturales marginadas que en él se albergaron. "Estamos consiguiendo archivos de acervos privados para digitalizarlos y catalogarlos, por ejemplo la revista Poliester, tenemos sus ejemplares; el bar El Nueve nos va a donar su archivo; Laureana Toledo, fotógrafa de rock, de arte y de muchas escenas culturales nos donó su archivo; la revista Moho nos prestó sus revistas".

De esta búsqueda también nació La Fanzinoteca, "que pretende llamar la atención por ese gran vacío de las colecciones, de las bibliotecas o hemerotecas nacionales respecto a estas publicaciones clásicas del underground mexicano". En general, la idea es que el museo sea "el lugar de resguardo de estos archivos de la heterodoxia de nuestro país, que vienen a contar esta otra historia que corre el riesgo de perderse, esos otros registros, esas otras voces", explica Pacho.

En el Chopo distribuyen un folleto que, además de la oferta cultural, trae un mapita con más opciones de qué hacer y qué comer en la Santa María y la San Rafael. "Queremos cambiar esa noción de lejanía, también la idea de que es un barrio deprimido. Hay una oferta gastronómica muy variada, para todos los bolsillos; foros culturales y galerías. Metemos este mapa para que la gente diga 'si voy a ir hasta allá, pues igual como por la zona y aprovecho para ver otras cosas'. Pero sabemos que, si llegan, se van a dar cuenta de que no estamos tan lejos". 

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