Hace tres y cuatros siglos, estos 25 cuadros y las dos esculturas de arte novohispano que aquí se muestran estaban recién hechos. Se colocaron en las iglesias de Chihuahua y sirvieron para ser adorados. El paso de los años no fue en vano y las cicatrices del tiempo les tiraron a los santos un par de dedos y ensuciaron las pinturas con excremento de murciélago.
El Antiguo Colegio de San Ildefonso decidió rescatar estas piezas y mostrarle al público el arte de la restauración. Por eso, instaló un taller abierto al público y colocó in situ a su cuerpo de restauradores a trabajar las piezas en vivo.
Muchas de las piezas las “restauraron” personas con buenas intenciones pero sin algún conocimiento. Utilizaron pinturas comerciales que arruinaron las obras, afortunadamente no llegaron al grado del fatídico desastre de Ecce Mono, que transformó una obra de arte en una broma viral.