Imagina entrar a la casa de un artista, con muros completamente pintados de patrones de figuras y pinturas de cuerpos humanos con cabezas de animales. Así es el espacio que Agustín Santoyo creó en CC 186, donde plasmó su visión de las relaciones humanas y su contexto personal.
Cada uno de los muros es un árbol genealógico que representa ciclos vivenciales del artista. Esta serie en particular, se refiere a una problemática familiar.
“Todo es a partir del divorcio de mi familia. La desestructuración por la que viví. Es hacerles un homenaje, pues es el único momento que yo los voy a ver juntos.”, explica Agustín. Por ello personifica a su padre con la cabeza de un caballo, su madre la de un conejo, su hermano la de un gallo y Agustín con un colibrí.
El estilo de esta exposición se enmarca dentro del arte kitsch; sin embargo, Santoyo asegura que no es el estilo que identifica a su obra en total.