Metrópolis abril
Marianela Trueba

Una ciudad 12 meses mejor

La ciudad ha cambiado mucho en el último año y lo ha hecho para bien

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Me acuerdo de la primera vez que fui a las oficinas de Time Out México en la Anzures, hace más de un año. "¿Qué te parece si te encargas de una sección que tenga que ver con el disfrute de la ciudad?", se me preguntó. Desde entonces he procurado tomar nota de lugares o aspectos que merecen nuestra atención para compartirlos aquí.

Se ha tratado, pues, de una sección optimista, como también lo es el siguiente texto que relata algunas buenas noticias ocurridas durante los primeros 12 meses de esta revista. Esa vez que fui a Time Out México no pude llegar en Ecobici, pues todavía no había cicloestaciones en la zona. Hace un año tampoco era posible usar la Línea 12 para reseñar, por ejemplo, el exconvento agustino de Culhuacán. Además se necesitaban dos tarjetas para moverse en el transporte público: una para el Metro y otra para el Metrobús.

En cuanto a movilidad, varios habitantes de la Ciudad de México hemos ganado bastante. En materia de opciones de consumo también. Sólo en el Centro se inauguraron lugares muy valiosos como el restaurante de comida mexicana Roldán 37, la cafetería japonesa Café 123 y las tiendas del flamante hotel Downtown.

¿Y qué decir de la Roma, la Condesa y la Juárez? Prácticamente cada semana se instala una panadería, un lugarcito de helados, un sitio para reparar bicicletas, una pizzería, un expendio de mezcales, un restaurante donde sirven desayunos todo el día. Paralelamente suben las rentas y proliferan los antros que operan de maneras irregulares, pero esa es otra historia.

Las transformaciones más relevantes han sido las menos protagónicas. Por ejemplo, la desempolvadita que le dieron a los parques de la Industrial, las nuevas ciclovías que se han trazado, el edificio tan padre de Alberto Kalach en la Tabacalera o la recuperación de espacios públicos como la Plaza Tlaxcoaque y el Parque Tezozómoc.

Resulta igual de alentador pasear por una Alameda Central ordenada y limpia, poder visitar el Museo Tamayo otra vez, disfrutar un concierto en el Auditorio BlackBerry, desayunar en los Chilakillers en Tacubaya y después asomarse a galerías en San Miguel Chapultepec, al MUCHO Mundo Chocolate en la Juárez y que finalmente funcione la nueva Cineteca Nacional.

De verdad se nota que vivimos en otra ciudad. Aunque la obra más destacada de estos últimos meses fue la Ciudad de los Libros, en la Ciudadela. Me gusta consultar ejemplares que pertenecieron a Carlos Monsiváis o a Alí Chumacero, y que no son fáciles de conseguir. Igual celebro la publicación de 1554 México 2012 (Joaquín Mortiz) que escribieron Eduardo Matos Moctezuma, Vicente Quirarte y Ángeles González Gamio, un volumen que hará historia, y la mudanza de la Librería Madero a Isabel la Católica y San Jerónimo.

En un orden de ideas distinto, o a lo mejor no tanto, muchos capitalinos siguen festejando (y sus bancos más) la aparición de las tiendas H&M, Gap y Penguin. Ahora sólo falta que Ikea aterrice en este Valle del Anáhuac, pero por favor no en Santa Fe. ¿Estaré hablando de esto cuando Time Out México cumpla 24 ediciones? Mejor espero congratularme por la aparición de una nueva novela de Elenita Poniatowska, por la peatonalización de 16 de Septiembre y Moneda, por la proliferación de apps mexicanas, como Yaxi, y de proyectos como Carrot, por los nuevos lugares en la Obrera (ya empezó Héctor Galván con su chocolatería). Mientras tanto, conformémonos con que no tiemble fuerte.

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