Una noche en el fin del mundo

Entrevista a Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost

Cerveza, nostalgia y apocalipsis

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Una noche en el fin del mundo es la tercera colaboración entre el director británico Edgar Wright, su coescritor y protagonista, Simon Pegg, y el actor Nick Frost. Al igual que en The Shawn of the Dead y en Hot Fuzz, su proyecto más reciente mezcla elementos de distintos géneros cinematográficos- en este caso de la ciencia ficción y de las películas apocalípticas-, algunas increíbles referencias a obsesiones geeks, comentarios satíricos hacia la cultura inglesa y el tipo de emoción taquillera que ha estado tan ausente este verano.

La idea de Una noche en el fin del mundo surgió mientras grababan Hot Fuzz en su ciudad natal, ¿cierto?
Edgar Wright: Estábamos grabando Hot Fuzz en Somerset , mi ciudad natal, en Gales y recuerdo estar viendo el periódico cuando de pronto me di cuenta de algo... "Espera un momento, hay un Starbucks en la escena. ¡No recuerdo que antes estuviera ahí!". Tuvimos que eliminarlo digitalmente. Lo mismo pasó con un McDonald's en otra escena. Tuve esa sensación de "¿qué está pasando aquí? ¿En dónde estoy?".

A pesar de todos los géneros que se pueden reconocer en esta cinta, la película de zombies, la película de amigos y ahora la de ciencia ficción, no es necesariamente una parodia.

Simon Pegg: Habíamos decidido escoger un género específico para poder tener otro tipo de historia, pero Edgar había mencionado anteriormente que en nuestras películas, los distintos elementos de ciertos géneros eran una distinción. Están ahí para atraer a las personas al cine y hacerlos ver una película que, aparentemente, se parezca a millones de películas que has visto antes. Pero una vez que estás ahí te darás cuenta de que suceden muchas cosas al mismo tiempo.
Nick Frost:
Coincido con lo que dice Simon, y creo que ya abordamos el tema de la parodia con Paul.
Simon Pegg: En realidad yo no creo que alguna vez hayamos parodiado algo. Hemos utilizado algunos elementos y hemos adaptado algunas cosas, pero nunca con la intención de mostrarlas de esa manera, ¿entiendes? Lo más cerca que hemos estado de la parodia podría ser Hot Fuzz, cuando nos dimos cuenta de lo absurdo que era hacer una película de acción a gran escala, montando sus respectivas escenas monumentales en un pequeño pueblo inglés.
Edgar Wright: Además el chiste en esa película es que en el tercer acto se convierte en todo lo que no queríamos que se convirtiera. En Una noche en el fin del mundo, queríamos que fuera como esas películas de ciencia ficción con las que crecimos. El reto siempre fue crear una metáfora, ya sea sobre el miedo al comunismo, o al conformismo, o a algún movimiento político que repercutiera en la cultura. Para nosotros, los elementos de ciencia ficción eran sólo recursos para hablar de cosas más personales, como tu ciudad natal que recuerdas con tanto cariño y en la actualidad es una porquería.
Nick Frost: Y que ya no eres joven y activo como antes.
Simon Pegg: Y que nadie te recuerda, sin importar que tan popular fuiste 20 años atrás.

¿Algún elemento de la historia proviene directamente de una experiencia personal?
Simon Pegg: Bueno... Hemos tenido amigos que la han pasado mal lidiando con sus adicciones. Todos nosotros hemos visto lo que pasa con las personas que comulgan con la idea de que ser olvidados es casi inevitable. Por mi parte dejé de beber cuando cumplí 40, simplemente porque me estaba haciendo viejo y me volví papá y sentí que tomar me impediría tener el estilo de vida que quería tener. Y tengo que decir que me hizo concebir la cultura de la bebida, que es tan popular en Inglaterra, de una manera muy diferente.
Edgar Wright: Una de las razones por las que quisimos hacer la película es porque mientras no estábamos tratando de glorificar a Gary, realmente sentíamos simpatía por él. Sí, es increíble ser el adolescente rebelde, pero cuando tienes 40 y estás sacando el dedo pero ahora desde la edad de los maestros, ya no parece tan increíble. Pero sin decir más, él termina sacándole el dedo a aquellos que tienen el control. Esa era nuestra meta: ¿puedes tener al mismo chico que fue popular a los 18 y darle unos cuantos triunfos, sin importar que tan poco probable pueda ser y qué tan caóticos sean los resultados?
Nick Frost: ¿Sabías que la nostalgia también es una adicción?
Edgar Wright: Era muy importante establecer lo mucho que este hombre extraña los años noventa y el papel determinante que la nostalgia juega en todo lo que hacía. Es el ejemplo más extremo de esto, pero al final, hasta el personaje de Nick es un poco como... "sí, extraño aquellos buenos tiempos".

Las películas apocalípticas y postapocalípticas parecen ser un gran fenómeno cultural. ¿Por qué creen que a las personas les gusten tanto en este momento en particular?

Edgar Wright:
En realidad he pensado mucho en esto. Creo que las personas creen que nos estamos destruyendo, así como al planeta, en grados exorbitantes, así que esta idea de que el final está cerca está muy presente en estos momentos. La ciencia ficción se convirtió en nuestro propio tipo de destrucción.
Simon Pegg: También tienes la noción de que después del 9/11 ya nada era seguro, la paranoia ambiental e inclusive lo que tenía que ver con lo que decía el calendario maya. El fin ha estado en la mente de muchos desde hace un rato. Son este tipo de cosas las que emergen como burbujas en la cultura popular.
Edgar Wright: Que bueno que sacaste el tema de los mayas, porque nuestra filmación terminó el 21 de diciembre de 2012. Aunque pensamos que en el calendario debió de haber una errata o un error de dedo. "Esto no es el fin del mundo... solo  el final de Una noche en el fin del mundo.

Traducción: Paola Gómez.

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