Macario, película
Foto: Cortesía Imcine

La muerte en el cine mexicano

Ya sea como un mensajero misterioso o con metáforas visuales, el séptimo arte nacional ha representado la muerte de diferentes formas

Escrito por
Luisa García
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Cientos de velas consumiéndose en una gruta en peligro de perecer ante el capricho de un indio de zarape negro, es una de las imágenes emblemáticas cuando se trata de abordar la representación de la muerte en el cine nacional. La secuencia pertenece a Macario (1960), dirigida por Roberto Gavaldón y fotografiada por Gabriel Figueroa, que fue nominada al Oscar como mejor película extranjera. Macario, además de relatar el desafío hecho por un hombre pobre a la parca, acercó a la mirada internacional la tradición mexicana del Día de Muertos.

En 1931, el ruso Serguéi Eisenstein ya lo había intentado con su proyecto inconcluso ¡Que Viva México! cuyo “epílogo” retrata también la importancia de la tradición de los santos difuntos para la cultura nacional.

El cine mexicano no sólo ha representado la muerte como una de sus tradiciones más enraizadas, también lo ha hecho con humor como en La muerte enamorada (1951), en la que la actriz Miroslava Stern atormenta a un agente de seguros que prometió entregar muchos años de su vida con tal de revertir su mala suerte y El esqueleto de la Señora Morales (1959), que narra las consecuencias mortales que devienen del matrimonio entre un taxidermista y una puritana.

En años recientes, la relación de la filmografía mexicana con una idea fantástica de la muerte ha disminuido. Aparece como un ángel exterminador del que nadie escapa en tiempos violentos. Lo vemos en la políticamente mordaz La Ley de Herodes (1999) y en la ultraviolenta Atroz (2015).

En 1982 la muerte llegó al cine nacional en forma de incendio. Durante 16 horas las llamas consumieron la Cineteca Nacional y 99% de su material fílmico. Desaparecieron seis mil cintas, dibujos únicos de Eisenstein y Diego Rivera, rollos de principios del siglo XX y, oficialmente, la vida de tres personas.

El día del percance se reportaron siete muertos, más de 20 desaparecidos y 51 heridos. Las causas del siniestro son desconocidas, pues por meses las autoridades impidieron el paso al lugar y las ruinas fueron demolidas sin que se profundizara en una investigación, según reportan los diarios La Jornada y El Universal.

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