¿Qué pensaría de 12 años esclavo el Jacques Rivette crítico, que condenó como abyecto el movimiento de cámara hacia el cuerpo electrocutado de Emmanuelle Riva en el Kapò de Gillo Pontecorvo? Seguro que pondría mala cara con el catálogo de atrocidades que recoge esta crónica en primera persona del particular Holocausto norteamericano. Pero es precisamente este Yo, esta subjetividad en carne viva, la que justifica que el relato del vía crucis de Solomon Northrup, devoto y culto padre de familia secuestrado y vendido como esclavo, vomite toda su crudeza sobre el espectador. Es de agradecer que sea un cineasta negro quien lo haga: que Steve McQueen venga del campo del videoarte y que, además, sea británico, le permite mantener una distancia ética y estética con este material inflamable que no tendría, por ejemplo, un rabioso Spike Lee. La dignidad humanista de su héroe se contagia en la forma, elegante y explícita a la vez, de una película que cristaliza la obsesión de McQueen por el cuerpo, que tan buenos resultados le dio en Hunger y Shame, en un ejercicio de revisionismo histórico que nunca vulgarizó su discurso, ni lo vuelve carne de "exploitation" (como la extrema y delirante Mandingo), ni de cómico justiciero (como Django sin cadenas), ni tampoco de miniserie concienciada (estilo Roots). Quizá a veces el filme es tan riguroso, tan calvinista con sus propios métodos, que da la impresión de ser demasiado consciente de dar la última palabra sobre el tema de la esclavitud, p
Por lo general, las secciones que más captan la atención de la gente son las destinadas al Mejor Director, Mejor Película o Mejor Actor y Actriz. Como siempre, en esta entrega de los Oscar las expectativas son muy altas, por eso, acá te presentamos nuestras favoritas.
Si tuviéramos que depositar nuestra confianza en lo que dicen las quinielas, el premio a Mejor Película sería para 12 años esclavo. Y es que existen varios factores, uno de ellos es que la cinta trata un tema (la esclavitud) que le es muy familiar al pueblo estadounidense y, en este sentido, el director Steve McQueen tiene una gran ventaja: el distanciamiento que le proporciona ser inglés.
Al seguir elucubrando, se puede decir que Nebraska es muy pequeña para Hollywood, demasiado íntima para una sensibilidad basada en otro tipo de presupuestos. A Scorsese ya le dieron su Oscar, aunque tuvieron que pasar muchos años para eso. Gravedad, a pesar de todo, es una película de efectos especiales y recreaciones digitales. A Ella y a Philomena les falta sensacionalismo para pensar en que puedan ser ganadoras, y tanto Escándalo americano como Capitán Phillips se sienten fuera de la ecuación. La única que parece hacerle sombra a la película de McQueen es Dallas Buyers Club.
En la categoría de Mejor Director, por supuesto, le apostamos al trabajo de Alfonso Cuarón, que está muy ad hoc con las exigencias de la Academia, aunque, claro, la duda surge al ver los nombres de David O. Russell y Steve McQueen.