En la surrealista Zona Rosa no sólo pululan los antros con un sentido desorientado de la ecualización y una decoración improvisada. Por las mañanas, uno de los pocos locales que abre sus puertas es el del número 58: El Salón de Aldo Alcántara, una clínica dedicada al cuidado personal (un pequeño templo a la metrosexualidad).
En el lugar me contaron que Aldo Alcántara (del que no vi huella cuando fui) es famoso por atender las exigencias de muchos personajes de la farándula mexicana.
La decoración del salón es confusa aunque bien lograda. La iluminación fría me hacía sentir a la mitad de un capítulo de Miami Vice (la versión ochentera, la de Don Johnson) y Tres generaciones, ese sitcom protagonizado por Sasha Sökol, Angélica María y Carmen Montejo; sin embargo, tienen elementos modernos que te devuelven al 2014, como los muros tapizados con fotografías de chicas de cuerpo completo.
Para que te atiendan no necesitas cita. Como se trata de una clínica de belleza que en su carta ofrece servicios de intervención quirúrgica, con cierta discreción busqué algún certificado de aprobación de salubridad que no hallé en una primera inspección. Aunque la chica que me atendió asegura que todos sus procedimientos son cien por ciento seguros, sería útil exhibir algún certificado para inspirar mayor seguridad a quienes se someten a estos tratamientos.
Te puedes hacer desde un sencillo facial exfoliante hasta otras mascarillas con elementos como arcilla o chocolate. También tienen masajes relajantes y lipoescultura que va desde un moldeamiento con geles hasta procedimientos conocidos como electroestimulación, carboxiterapia o hidrolipoclasia.
Para hacerte la lipoescultura se requiere una consulta de valoración sin costo. Luego de eso, un especialista deduce cuántas sesiones son las que requiere cada paciente.
Prácticamente todos los servicios, incluyendo las sesiones de lipoescultura, arrancan desde los 500 pesos y los precios cambian de acuerdo a la extensión de tiempo o ingredientes.