Dinosaur jr
Foto: Cortesía Jag Jaguwar

Entrevista con Dinosaur Jr

Hablamos con los padrinos del grunge durante su última visita a la Ciudad de México

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Faltan siete horas para que inicie un concierto que, estoy seguro, será épico. La alineación original de Dinosaur Jr. interpretará los clásicos de la generación conocida como slackers, cuya característica principal fue vivir a la sombra de los éxitos sociales de unos yuppies adoradores de la estabilidad y el crédito.

En su set incluirán, además de auténticos clásicos como "In a Jar" o "Freak Scene", la hercúlea trilogía secuencial "Out There", "Feel de Pain" y "Little Fury Things", cuyas melódicas guitarras, ego corrosivo y nostalgia berrinchuda, sentaron las bases del grunge y del garage indie (si es que esto existe). En su presentación, piernas y cabezas serán proyectadas con el objetivo de impactar en los parroquianos, haciendo homenaje a los clichés de los conciertos de rock. Antes de todo eso, J Mascis (guitarra y voz), en compañía de Lou Barlow (bajo y voz) y Murph (batería), ofrecen un par de entrevistas en un cómodo y amplio salón en la parte trasera de El Plaza Condesa.

Los de Dinosaur Jr. son unos mamones, o mejor dicho, J Mascis es poco menos que arrogante. "Infancia es destino", dicen por ahí. Según Michael Azerrad, en su libro Our Band Could be Your Life, Joseph Mascis creció en el seno de una familia acomodada: "Sus padres eran realmente estirados y no muy cariñosos, por lo que J se convirtió en un joven distante y ensimismado. Durante su juventud, el mobiliario de su habitación formaba un muro alrededor de la cama en la que Mascis pasaba horas tumbado escuchando música. Sus ventanas estaban cubiertas por unas cortinas de plástico verde, por lo que una luz esmeralda bañaba el dormitorio y el suelo estaba –literalmente–cubierto de animales de peluche y discos.

"Era un chico raro", admite Mascis. "A veces incomodaba a la gente", escribe Azerrad. Así que de ahí viene esa obsesión por las ilustraciones infantilmente tétricas que predominan en la discografía de Dinosaur Jr.

Por lo visto no se trataba de un antojo adolescente. Hoy, a sus 49 años, Mascis sigue incomodando a la gente, sobre todo durante las entrevistas. El hombre tiene bien entrenado el olfato y adivina fácilmente que el periodista plantado frente a sus gafas de montura púrpura es el más fan de su voz adoloridamente indiferente, sus virtuosos solos de guitarra y sus letras de azote codificado.

Durante mi espera, observo cómo otros periodistas tratan de mantener una actitud de profesionalismo insensible, pero algunos resbalones de su lenguaje corporal los pone en evidencia. Una prominente mancha de sudor sobre la hoja incita la severidad en el semblante de Mascis.

Probablemente yo esté segregando el doble de sudor. Quizás si estuviera conmigo a Carlos Velázquez me sentiría más relajado, o al menos tendría una comadre a quien soltarle pellizcos para desahogar mi ansiedad. Le pedí que me acompañara a entrevistar a los Dinosaur Jr., pero me dejó plantado.

Mientras me acomodo en el extremo de un largo banco de madera sin respaldo caigo en cuenta de que estoy frente a los integrantes de la banda que me acompañó durante mi adolescencia y, junto a Sonic Youth, me introdujo a un universo de música que me entró por intravenosa y alteró mi ADN.

Hora de empezar. Oprimo el botón rojo. La verdad es que el cronómetro del grabador de voz ya marca varios segundos y de mi boca no sale una sílaba. "Perdón, es que estoy muy nervioso", digo.

Mascis, con el rostro aferrado a una inexpresividad bravucona, me sostiene la mirada de una forma disuadida e intimidante.

Cuando salí del clóset escuchaba mucho el Where You Been, o al menos cuando tuve mis primeras relaciones homosexuales. En esa época me enamoraba de todos a los que se las mamaba. Eran tipos que no me devolvían las llamadas y yo me ponía triste y repetía una y otra vez "Get Me". Esas cosas te marcan, ¿saben? Soy muy fan de las letras de Dinosaur Jr. porque siento que poseen una sensibilidad desgarradora (entonces Mascis enarca las dos cejas, me aprieta el hombro, deja escapar una sonrisa y con esa voz displicente me interrumpe).
Mascis: Es interesante porque nos enfocamos en la estructura musical y dejamos al final el proceso lírico. Creo que más que en los sentimientos, nos basamos en un esquema en el que las palabras se amalgaman en las líneas melódicas y simplemente tratamos de que suenen bien. No nos interesa mucho eso de transmitir un mensaje. No estoy muy seguro de dónde vendrá la inspiración, cosas que pasan, supongo. Sólo me concentro en que las canciones me gusten.

Murph: Hoy en día la agenda gay perdió la espontaneidad, parece algo oficial y no lo entiendo del todo. Algunos amigos me ponen música y me dicen: "¡Pon atención! ¡Esto es puro queer punk!", y yo les contestó "¿de verdad?, me suena como a punk normal, del bueno, pero normal". No percibo la diferencia, a no ser porque las letras son explícitas y hablan de relaciones sexuales entre dos hombres o dos chicas. Creo que precisamente este lado alternativo de la música -si se quiere llamar así- es lo que permite una libertad personal que no se reduce a las categorías. Los punks, por ejemplo, se pintaban los ojos con delineador negro, cuando se suponía que las chicas eran las que se maquillaban. Parece que hoy es necesario remarcar que tal o cual cosa es gay. Para mí, gay es una cosa de lo más normal.

Barlow: Exacto. Hay ciertos clichés en el rock, como la hipermasculinidad, pero coincido con lo que dice Murph, el lado alternativo te brinda la libertad de ser lo que tú quieras sin tener que adecuarte a normas establecidas que refuerzan tu personalidad o tu sexualidad. Creo que los gays viven bajo demasiadas normas y se esfuerzan mucho por cumplirlas. Yo también creo que la homosexualidad es algo de lo más normal, pero entiendo tu comentario porque la apreciación que tenemos sobre la diversidad sexual es un aspecto cultural propio del lugar del que venimos.

¡Carajo Lou, tienes todas la razón! A mí me pasa, incluso hoy, que muchos gay creen que no lo soy porque me gusta Dinosaur Jr.
Mascis: Es algo totalmente cultural. Nosotros lo vemos de esa manera porque cuando formamos Dinosaur Jr. vivimos en el norte de Estados Unidos. Ese lugar era una zona muy progresista, tenía muchas "capitales gay". Lesbianas y homosexuales venían a nuestros conciertos y en esas mismas ciudades el matrimonio gay ya es legal. Convivir con ellos es lo que genera naturalidad o tolerancia, como le dicen. Pero sé que en México, y muchas partes de Latinoamérica, existe el machismo y la homofobia. Eso hace que, aunque haya apertura, siga viéndose como "otra cosa".

Recuerdo que Michael Azerrad mencionó que las canciones y los conciertos de Dinosaur Jr. son como una explosión de psicodrama.
Barlow: La verdad es que cada que leo ese libro me pongo un poco triste. Cuando Michael nos hizo aquellas entrevistas, entre nosotros había... ya sabes, malentendidos. Estábamos distanciados. El daño está hecho. Lo leo y me dan ganas de hacer las cosas de forma diferente. Sí, ya sé, es un poco patético, pero bueno, hay algo en ese libro que me deja insatisfecho.

Murph: Creo que esa descripción de piscodrama tenía que ver con nuestra perspectiva de aquellos años (finales de los ochenta y principios de los noventa) en los que entre nosotros había algo de tensión. Quizás eso se transmitía en nuestras presentaciones. Básicamente éramos unos niños y cuando eres niño haces mucho drama por todo lo que te sucede. Dinosaur se formó cuando salímos de la escuela. Todo lo que te sucede durante esa época parece tener un drama especial, pero éste disminuye conforme creces.

Mascis: La buena música es la que te hace sentir mejor o te destruye.

Cuando el drama disminuye, ¿qué sigue?, ¿qué sustituye al drama?
Mascis: Supongo que los actos reflejos. De pronto creces y algunas cosas parecen ser más sencillas. Todo fluye sin tanto drama. La grabación de discos, los conciertos...

Para mí, su último disco, I Bet on Sky, mantiene ese toque dramático. Un ejemplo es "Watch The Corners".
Mascis:
El drama se vuelve más llevadero.

Muprh:
Me gusta tener 50 años. Me siento más fuerte en muchos sentidos y siento que tengo más capacidad para disfrutar muchas cosas. No le tengo miedo a eso de la vejez, estoy a gusto.

Me he dado cuenta de que en sus últimos conciertos, además de treintones como yo, abundan los jóvenes de entre 18 y 22 años que apenas descubren a Dinosaur Jr. Los noto emocionados, como si nunca antes hubieran estado ante un grupo de guitarras potentes. ¿Cómo se sienten con estas nuevas generaciones que apenas descubren su música?, ¿se identifican de algún modo?
Murph:
Me parece genial que los adolescentes de hoy disfruten nuestra música y que vengan a vernos. Ya no somos unos jóvenes, cierto, pero nunca fuimos una banda de mucho desmadre en el escenario, de los que brincotean, destrozan las guitarras y ese tipo de cosas. Siempre fuimos un tanto retraídos. Así que los jóvenes de hoy no se pierden de la fuerza.

Mascis:
Nunca pongo atención en las personas que vienen a vernos.

La gente los ubica como los pioneros del, tan mentado, indie de hoy.
Mascis: Para nada. Para mí, los verdaderos padres del indie o todo lo que se entiende como alternativo son Black Flag (lo dice señalando la camiseta que llevo puesta, en la que aparece la portada del Nervous Breakdown).

Es su segunda vez en la Ciudad de México.
Mascis: Ya habíamos estado aquí, incluso antes del concierto en el festival Corona Capital de 2013. Hicimos una pequeña sesión para una estación de radio. Algo muy pequeño, de siete canciones, incluso se hizo un video.

¿Qué recuerdos tienen de su presentación en el Corona Capital?
Murph: Que fue enorme y muy divertido. Pude ver la cantidad de gente reunida frente a los Imagine Dragons y fue impresionante ver tanto público.

Mascis: La gente estaba muy excitada.

¿Qué impresión les da esta ciudad?
Mascis: Es cool, muy cool.

Murph: Muy cool. Me gustaría quedarme más tiempo. Es muy grande y debe esconder muy buenas cosas. El clima es genial, muy disfrutable. Hoy hace mucho frío y hay nieve en Boston.
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