MIA
Foto: Cortesía MIA

Entrevista con MIA

Platicamos con una MIA más reservada, pero no menos conflictiva

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Se necesita ser un poco cara dura para empujar a Madonna a la sombra. Cuando MIA levantó su dedo medio a los amantes de los deportes de masas de Estados Unidos, mientras se presentaba junto a Madge durante el show de medio tiempo del Super Bowl hace casi un año, la tormenta que siguió recordó al mundo que esta defensora de los derechos tamiles, artista del mash up y provocadora originaria de Hounslow, Inglaterra, sigue siendo muy buena para llamar la atención.

En el teléfono desde Nueva York, MIA –cuyo nombre de pila es Mathangi 'Maya' Arulpragasam, en honor a una diosa hindú– no abordará temas triviales como Madonna o su pelea en Twitter con Lady Gaga (en el pasado declaró que Gaga no era sino una buena imitadora, por ahora ya han hecho las paces).

Actualmente, a sus 37 años de edad, sólo quiere hablar de su nuevo libro de ensayos e imágenes, MIA Art Book, Mathangi, su próximo cuarto álbum y su regreso a Londres para trabajar en ellos.

"Creativamente era importante para mí estar en Londres. Quería centrarme más en el arte. Cuando terminé la gira del último álbum, en 2010, sentí que era muy importante ver las cosas en orden cronológico".

Es evidente darse cuenta el por qué ella tendría que poner su pasado reciente en orden. Desde el lanzamiento de su primer álbum, Arular, en 2005, ha experimentado un ascenso estratosférico al estrellato, como pionera para multiculturas juveniles a escala mundial, fusionando ritmos de vanguardia con las trampas sonoras de la cultura pop de minoría étnica.

Tenemos que esperar al lanzamiento del álbum (en abril), pero el libro es una discordante serie de impresiones digitales vibrantes, fotos cándidas, collages, fotogramas y letras, que cubren sus tres primeros discos y sus días como estudiante en el Central Saint Martins, en los años 90, un recordatorio de que ella comenzó como directora de cine. Sin embargo, su primer contacto con el "club de los muchachos grandes" de la industria cinematográfica tuvo un profundo efecto sobre la dirección futura que su carrera tomaría. A los 21 años llevó un guión, basado en las experiencias de su hermano pequeño en un centro de detención juvenil, a una compañía de cine de Londres, que no creían que ella estaba lista para dirigir: "En un sentido cultural, todo el mundo estaba como: 'Usted tiene 21 años de edad, ¿qué puede saber?'", recuerda.

La experiencia la alejó del cine y la dirigió a la música donde se encontraría con su propia voz contando su propia historia.

"Fue un gran momento para mí. Pero todavía me tomó otros siete años para convertirme en un músico, para ser fiel a mí misma, para contar mis propias historias, para ser la persona a la que observo, en vez de ser yo quien represente a alguien más", reflexiona.

A pesar de que no ha lanzado un álbum en más de dos años, y han pasado aún más desde que sus nominaciones al Grammy y al Oscar por Paper Planes la colocaran en el mainstream, MIA es una estrella mucho más grande que nunca. En parte, esto se debe a llamativas colaboraciones con el director griegofrancés Romain Gavras para el video de Bad Girls (su anterior colaboración para el video de Born Free fue prohibido en YouTube). Es también por su exasperante –para algunos– combinación de alto nivel de vida con el activismo social. En 2010 el New York Times la linchó por comer "papas a la francesa con sabor a trufa", mientras decía: "Quiero ser considerada como una outsider". Porque no puedes comer papas a la francesa elegantes y tener fuertes opiniones sobre la guerra civil de Sri Lanka, una situación que MIA experimentó de primera mano después de que su familia se mudó a ese país cuando tenía sólo seis meses de edad.

En su libro, MIA hace referencias directas a la paradoja de su lujoso estilo de vida y al activismo político que practica.

"Estoy rodeada de personas que tienen poder real para hacer la diferencia", escribe de su posición actual en las altas esferas de la vida cultural de Estados Unidos. "Hay que tener la experiencia completa de norte, sur, este y oeste en tu existencia; el crecimiento no se define desde arriba hacia abajo; yo viví en una choza de barro... y ahora vivo en Beverly Hills." Este vago estilo crítico es característico de la forma de hablar y escribir de MIA.

Ya en 2010 me ​​declaró que ser madre la hizo "más hardcore" y habló de su inminente boda con el ambientalista y músico Benjamin Bronfman, quien pertenece a una de las dinastías más ricas en Estados Unidos, ahora separados.

Hoy, es hermética sobre su vida personal y su próximo álbum, pero ha soltado un par de pistas en Twitter, diciendo que suena como "Paul Simon en ácido y sin colaboraciones ni productores que se comporten como famosas putas colonizadoras".

Lo último es ampliamente asumido como una indirecta a su expareja y durante mucho tiempo colaborador, Diplo. Pero teniendo en cuenta que su último disco, /\/\/\Y/\, contó con productores como Rusko, Switch, Blaqstarr y Derek Miller (de Sleigh Bells); cualquiera, o todos podrían estar en la línea de fuego. Todo lo que dirá ahora será un misterio: "Lo que sea que esté haciendo con este álbum, me ha hecho más segura para estar orgullosa de lo que ya he hecho."

Otros pueden –y lo hacen– mofarse de MIA, pero ella conserva una total convicción en el valor de su propio trabajo y sus causas y sus interconexiones, una convicción que se extiende a un amigo en común que comparte con Lady Gaga: Julian Assange, el ciberactivista detrás de WikiLeaks. MIA ha sido una partidaria y vocera del controvertido australiano desde el primer día: "(WikiLeaks) fueron los primeros en revelar la información diciendo la verdad sobre lo que le había sucedido a los tamiles como yo lo sabía". Su mixtape del 2011 ViCKi LEEKX, era un guiño a la organización, y a principios de este año compuso el score para el talkshow en línea de Assange. Además lo visita cuando tiene tiempo. "WikiLeaks era una cosa de la vida real que sucedió y que es consistente con todo el concepto de la verdad en Internet."

La red, con sus verdades a medias y hackers, fascina cada vez más a MIA. Pasó de ser su centro de comunicación a algo mucho más oscuro. Ella tiene la teoría de que, como una declarada tamil, fue objeto de una campaña sistemática de abuso en línea por parte del gobierno de Sri Lanka y ha llenado numerosos discos duros con capturas de pantalla con evidencia que demuestra esa persecución.

"Un día voy a tener que vender cuatro computadoras portátiles con memoria llena" dice. "Esperemos que alguna persona inteligente sea capaz de ayudarme a enhebrar toda esa mierda. Tal vez eso es lo que mi primer proyecto en una galería debería ser."

Complicada, polémica y difícil de alcanzar, lo único que podemos decir con certeza acerca de MIA es que hay mucho más por venir de esta fuerza creativa, que se debe tomar en cuenta.

MIA se presentará a las 10pm del 12 de octubre en el Bizco Club, dentro del Corona Capital.

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