Óscar Chávez
Foto: Rafael López Castro. Cortesía Óscar Chávez

Entrevista con Óscar Chávez

El maestro de la canción política celebra 80 años en el Auditorio Nacional

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Primero un sorbo de café, después una fumada al cigarrillo y entonces la voz grave y abarcadora de Óscar Chávez resuena en la amplia y luminosa oficina de Ediciones Pentagrama, su casa disquera de casi toda la vida. La voz que al ritmo de "Fuera del mundo" conquistó a una transgresora Julissa en Los caifanes y que acompañó al compás de la "Mariana" los sueños rotos de una generación, está lista para celebrar sobre el escenario los 80 años de vida de quien la carga y porta como sello indiscutible.

El festejo es doble: el 29 de agosto se habrán cumplido 18 conciertos anuales y consecutivos en el Auditorio Nacional. El compositor que ha hecho corear "Por ti" a individuos de las más diversas edades, llega a una mayoría de edad y lo acepta con una sonrisa: "nunca imaginamos cantar tantas fechas en el Auditorio. Es uno de los espacios importantes de la ciudad y el que menos se lo esperaba era yo". Recuerda que tras cantar en 1973, 1992 y 1997 en el Palacio de Bella Artes, para 1998, "con un poco más de ilusión nos la jugamos a cantar en un espacio más grande".

Así, a finales de agosto -o principios de septiembre-, Chávez aparece en el escenario del Coloso de Reforma impecablemente vestido de negro, ocupa una cómoda silla y desde allí desgrana un repertorio ecléctico que se consolidó en la década de los setenta en las peñas y cafés cantantes en donde, al lado de un grupo de notables actores y músicos, ejercía la sátira política. Esta actividad que tantas satisfacciones le aportó, actualmente ya no es de su interés: "entrarle a una experiencia de ésas ya es muy pesado, ya estoy bastante viejo para meterme en la aventura de hacer un espectáculo todas las noches. Lo hice casi 10 años: de 1970 a 1978".

Confiesa que ya no le gusta salir por la noche: "los tiempos cambian y ya no es lo mismo: la vida nocturna de esta ciudad está hecha pedazos -como la ciudad misma, y eso es de una enorme tristeza-, hace muchos años que está de capa caída de la manera más trágica. Aún así, yo sigo con mis asuntos y mis proyectos, haciendo presentaciones tanto en la Ciudad de México como en la provincia, que es lo que más he hecho últimamente. Yo nací en esta ciudad, y con todo orgullo soy gente de barrio, por eso me duele que me la tengan tan lastimada, tan ofendida -como decía Chava Flores".

Pero la noche del 29 de agosto, la cita está más que agendada. "Por darme el gusto, invité a dos muy buenos amigos, compositores e intérpretes, que son Rafael Mendoza y David Haro. Me van a acompañar con un par de canciones cada uno". Ambos cantautores, uno defeño y el otro veracruzano, jamás han negado a Chávez como una de sus más fuertes referencias musicales e intelectuales. Al igual que el del festejado, su estilo musical va y viene entre trovas, sones, boleros, huapangos, blues, bossa nova y un etcétera que siempre deja lugar a sorpresas para el oído y el espíritu.

Panteón Rococó completa a los invitados, cerrando un ciclo que inició con la presencia del cantautor en el concierto de celebración por el XX aniversario de la banda de ska, en julio de este año. Solamente habrá una ausencia esa noche: el legendario Trío Los Morales, que lo acompañó a lo largo de los 17 conciertos anteriores -y en otras presentaciones-, no lo acompañará más. Solamente Héctor Morales estará a cargo de la dirección musical.

Pero por más atractivos que sean sus invitados -ha alternado con Jaime López y la mismísima Sonora Santanera, entre otros cantautores-, las dos mil personas que abarrotan año con año el Coloso de Reforma van a verlo a él, a aplaudirle, a gritarle piropos de variados colores o a rechiflar cuando en el repertorio no figuran las más conocidas, las más esperadas, a pesar de que saben muy bien que el artista no es afecto a las complacencias: "eso de que cante las que me están pidiendo no me gusta, aunque, claro, tengo localizadas las que más le gustan a la gente".

Por tratarse de una fiesta, este año echó mano de sus seguidores en las redes sociales para armar el listado de canciones que se escucharán esa noche: "fue muy buena idea, porque afortunadamente contestó mucha gente y con todas las sugerencias que nos enviaron ya me organizaron el repertorio." Y asegura que la selección no difiere mucho de lo que él tenía en mente. Como cada año, presentará el fruto de sus investigaciones musicales y, en esta ocasión, toca el turno a los sones jarochos que conforman su nuevo material discográfico, el cual espera ya esté disponible para esa fecha.

Aunque es considerado el mayor exponente de la canción política en nuestro país, y canciones como "Se vende mi país" son pedidas en cada recital, la huella que Chávez dejó como actor sigue acompañándolo: para sus fans y para los medios sigue siendo "el Estilos" de Los caifanes, filme al que llegó luego de participar en el teatro universitario y experimental. "El teatro es un viejo amor que nunca olvidas; desde mi punto de vista, es el papá de todo. Y sí se extraña, al igual que el cine, que me encanta, pero la vida me ha conducido a enfocarme más en la canción".

No le encanta la palabra, pero acepta que a manera de ritual, cada que ofrece un concierto como el del 29 de agosto, se prepara bien: "por mi origen teatral le tengo mucho respeto al escenario. En el caso del Auditorio Nacional yo llego desde las 11 de la mañana y no me muevo hasta que termina el evento. Termino cansado, pero es lo que me gusta hacer y eso es invaluable". A los 80 años, siempre y cuando haya un café y un cigarrillo a su lado, el Caifán mayor estará listo para el siguiente concierto, el próximo año.

Óscar Chávez.
Auditorio Nacional. Reforma esquina Campo Marte. Metro Auditorio. Sáb 29 de agosto 8pm. $200-$1000.

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