Sufjan Stevens
Foto: Time Out London

Reseña: Carrie & Lowell, Sufjan Stevens

Un exorcismo musical lleno de piezas memorables. El vocalista de Big Big Love nos da sus impresiones del más reciente álbum de Sufjan

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Para un artista con un catálogo tan variado y colorido como el de Sufjan Stevens, Carrie & Lowell es el gris que faltaba para completar la paleta de colores.

A pesar de que este tipo de tonalidades melancólicas existen en muchísimos de sus temas, como "Romulus" en el Michigan, "Casimir Pulaski Day" en Illinoise, y la abridora del gigante Age of Adz, "Futile Devices", nunca se había escuchado una línea tan clara y concreta en un disco de Stevens. Aunque la nostalgia y la tristeza son clave en sus canciones, nunca fueron cimientos tan establecidos como en este LP.

Carrie & Lowell
mantiene el mismo tono de principio a fin gracias a las guitarras acústicas, voces (que son como un susurro) y, en algunos momentos, sintetizadores y pianos. Nunca se siente aburrido ni repetitivo. Esto se logra gracias a la estructura de las melodías y a un uso impecable de producción en las canciones. La más larga en este disco dura apenas cinco minutos, cosa que en ningún otro disco de Sufjan había sucedido.

Presenciar la deconstrucción de un artista es muy raro, pero lo es más que resulte victoriosa. Sin embargo, la hecha por Stevens desde Age of Adz hasta Carrie & Lowell es algo digno de admirar.

El background emocional de este disco básicamente es la relación y los recuerdos de Sufjan con su mamá, Carrie, quien padecía trastornos mentales que le impidieron tener una relación normal con sus hijos; y Lowell, su padrastro, con el cual tiene una buena relación y, de hecho, maneja la disquera Asmathic Kitty. Carrie murió, y este disco vio la luz como un acto catártico a esta pérdida.

En el material hay muchas referencias a recuerdos de la niñez de Stevens y al arrepentimiento que siente por no haber dicho lo que tenía guardado. Habla del suicidio y de lo afectado que está por el distanciamiento que tuvo con su madre.

¡Qué carajo con las letras de este disco! Son traducciones perfectas de sensaciones a palabras. Escuchamos desde metáforas rebuscadas en las que utiliza referencias de dioses griegos, hasta frases tan simples y directas como "We're all gonna die".

El contenido lírico de Carrie & Lowell es uno de los mejores trabajos de este año por su crudeza y transparencia. Es hermoso, es doloroso, es esperanzador, es triste, es todo.

Stevens logra un contraste muy interesante al acompañar estas letras tan oscuras y dolorosas con melodías hermosas. Armonías simples que son ejecutadas en el contexto del álbum. Hay momentos en los que se escuchan ruidos de fondo o el sonido del aire acondicionado, detalles que encajan perfecto en el mood tranquilo.

Otro gran acierto del disco es que, al final de algunas canciones, Stevens deja crecer las atmósferas que habían sonado desde el principio de la canción casi de manera imperceptible. Sufjan les hace justicia y las deja sonar.

Hay otros temas que acaban de manera abrupta, como si su naturaleza fuera la de volverse enorme, pero se cortan y acaban inesperadamente. Pareciera que Sufjan, al lograr sacar el demonio por completo de su cuerpo, por miedo, termina con la canción. Como cuando afrontas un problema, lo resuelves, pero nunca quieres volver a saber de él. Esto hace pensar en lo difícil que será presentarlo en vivo.

Carrie & Lowell es un exorcismo documentado con canciones y letras. Una liberación necesaria en la vida de Sufjan Stevens para sacar todos sus demonios, y qué mejor testimonio que la entrega de un disco redondo.

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