El aguapanela, una bebida colombiana a base de agua o leche y piloncillo, fue la inspiración para este nuevo restaurante de sazón latinoamericana.
El lugar recae en una fórmula ya probada: mesas en terraza, piso de mosaico estilo vintage y toques decorativos de art decó. El conjunto enmarca bien la comida, que desfila hacia la mesa sobre platitos de peltre.
El menú incluye un pequeño mosaico de los sabores más representativos de la cocina latinoamericana, como el ceviche peruano, la arepa venezolana y el sancocho de pollo. Los platillos son sencillos, pero les falta afinar la sazón y la calidad de los ingredientes.
Nos aventuramos a cenar y se nos antojó la corona tropical de camarones con cubitos de mango y chile, acompañada de una mayonesa picante. Los camarones estaban crujientes, pero a la mayonesa le faltó picor. Además, las porciones son pequeñas, te cortan la inspiración. Luego vino el huachinango asado a la huancaína, una salsa peruana con base en ají, que trae una guarnición de arroz blanco y zanahorias baby. La textura de la carne era de pescado congelado y a la salsa le faltaba personalidad.
El fricasé de cerdo con papas cambray al orégano y pimientos asados cumple, aunque le vendría bien una pizquita más de sal, aunque bueno, ahí es cuestión de paladares. Acompañamos con la aguapanela caliente para disfrutar de la noche lluviosa. Era dulce y especita, pero nada espectacular que te haga regresar por más.
La coctelería incluye mojitos, caipiriñas y pisco sour; además de cervezas y licores. Eso sí, algunos precios en este rubro están pensados para inflar la cuenta. ¿Una cerveza Corona por 70 pesos? Aguapanela ofrece ubicación pero, condeseros queridos, no es para tanto.