La elección de un restaurante siempre delata el antojo del día. Si el paladar exige sabores intensos, condimentados y exóticos, es muy probable que nuestro radar culinario apunte directo a Asia, especialmente a Tailandia, Vietnam, Marruecos, India o China. En esta región, el uso de las especias más potentes es asunto de todos los días.
Conscientes de ello, los cuatro socios de la Crêperie de la Paix concibieron un concepto que reuniera los sabores de esos países en un menú que funciona como un continente imaginario. Adecuaron un pequeño pero agradable lugar en la Condesa, sobre Michoacán y a unos pasos de la crepería, con detalles orientales que en su discreción guardan el encanto, remontándonos a un bistró concebido bajo parámetros orientales.
Se agradece que, recién estás leyendo la carta, el mesero coloca una canasta con delicioso pan de comino que puedes aderezar con el paté de aceitunas que lo acompaña. Sorprende que la carta de bebidas apenas incluya sake (sin que haya un solo platillo japonés), té verde (muy recomendable) y cerveza china Tsingtao (la más predecible). Lo mismo podemos decir con los postres, que exceptuando los helados artesanales con esencias de oriente, están más emparentados con la oferta francesa de la crepería que con alguna delicia china o marroquí.
Para comenzar recomendamos la sopa thom yam kung, una fusión tailandesa de shiitake con leche de coco y un toque de limón. Para los días cálidos, el summer roll vietnamita te refrescará con su equilibrada combinación de crudites, hierbas aromáticas y salsa yuzuk en rollitos de papel arroz.
Desafortunadamente, la decoración mesurada del Odün parece que también se tomó en cuenta para condimentar los platillos, pues el éxtasis que promete el picor del curry verde se traduce en un platillo dulzón, en el que la leche de coco choca con la expectativa de probar sabores intensos y fuertemente sazonados. De entre los platos fuertes, el spice islands fish sale mucho mejor librado. Pese a su nombre en inglés, logra trasladarte a Indonesia con sus castañas de agua, hongos orientales y brotes de bambú al wok. Las porciones no destacan por ser generosas; es muy probable que quieras concluir este viaje en Europa, sobre la garantía de un cheesecake o un chai crème brûlée.
Aunque la música del lugar es bastante predecible —world music de distintas regiones asiáticas—, de jueves a sábado hay jazz en vivo, a partir de las 9pm. Estos días hay un cover de 35 pesos.
El lugar ofrece un menú bastante ambicioso y variado, sin embargo –y a pesar del esmero en el servicio– difícilmente complacerá a quienes busquen exaltar las papilas gustativas con preparaciones de condimentación desorbitada. En ese sentido, Ödün es recomendable para iniciados en comida asiática o para aquellos que busquen una versión más mesurada.