Estamos en la Condesa, en el México de 2013. Muy lejos de aquí está lo que hoy se conoce como República Checa. Muy atrás en el tiempo han quedado la Primavera de Praga, la invasión rusa a Checoslovaquia y, por supuesto, la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, el texto que escribiera el dramaturgo Vaclav Hável (primer presidente de República Checa) en 1975, bajo tales contextos históricos, parece haber sido escrito ante los acontecimientos sociales de este nuevo milenio.
Michael y Vera reciben en casa a Ferdinand, con quien no están de acuerdo en que sea maestro de primaria, escritor independiente y, en especial, con su resignación a que su mujer no cocine platillos exóticos ni tenga con ella un sexo innovador; es decir, que no sea como ellos, tan adheridos al sistema neoliberal.
Dirigida por David Psalmon, la obra es una crítica a los sistemas totalitarios y a las sociedades de consumo. Abordada con humor negro, que convierte las risas iniciales en rostros desencajados por el horror de lo cotidiano, la obra nos habla de esa pareja perfecta en apariencias y en vacíos, que no tolera a quien no vive según la moda que imponen programas de tv como, por ejemplo, los reality shows.
El montaje está planteado precisamente como uno de esos “espectáculos de realidad” en los que impera la parafernalia. Esa visión se convierte en la principal apuesta de Psalmon, quien deja claro que, como lo sostiene en su labor al frente de la compañía Teatro Sin Paredes, el teatro es un medio de transformación social y, ante todo, individual.
La presencia vigorosa de Hernán Mendoza, Nailea Norvind y Sergio Ramos, actores cuyas procedencias distintas enfatizan el contraste buscado por el director, producen momentos perturbadores y, por ello, confrontadores.