Los mejores pulques curados

Uno de los lugares favoritos para probar curados de pulque cerca de la Basílica de Guadalupe. Es un lugar con más de 80 años de historia. Tienen los exquisitos curados de guayaba, muy frutal y ácido o el cremoso de piñones, nueces o fresas con crema. Todos los lunes preparan un curado de ostión cuya receta es propiedad del padre del actual propietario. No te espantes, el curado lleva un poco de jitomate así que se vuelve una delicia con sabor dulce y un toque salado que evita que la textura del pulque te robe toda la atención. 

El local tiene una decoración más relajada que otras pulquerías, con alguno que otro despliegue de colores y estampas para que no extrañes el toque folklórico. Un sitio muy oportuno al ambiente de la Tabacalera. Prueba el curado envinado, la mimosa con pulque, naranja y champaña o el curado de coco con ron; las combinaciones más exóticas para el pulque.

Es una de las pulquerías más antiguas de la CDMX, diariamente ríos de jóvenes cruzan sus puertas para beber sus curados en cubetas de colores. Uno de los favoritos es el pulque de arándano, pero atrévete a probar uno curado de avena con todo el sabor del cereal y lo agridulce del pulque; o uno de apio, que es más bien vegetal pero sin perder su encanto. 

Con murales que bien podrían ilustrar un libro de la tradición pulquera, este establecimiento representa una síntesis entre tradición y propuesta. Los sabores consentidos son mango, durazno y guayaba. Pide su tónico revitalizante: una mezcla de pulque, amaranto, nuez, miel y almendra llamado huelia, que significa fuerza en náhuatl. 

No vas a encontrar glamour, pero no por ello hay menos diversión. En el lugar verás fotografías enmarcadas de Epifanio Leyva “el Pifas”, dueño del lugar y exboxeador profesional. Los curados especiales son los de cajeta o fresas con crema; aunque si vas en el día correcto puedes probar de jitomate –que tiene un dulzor exquisito– y de pepino, son muy refrescantes y ácidos.