Aquaman

Si alguna vez habéis deseado ver un banquete de cinco platos de marisco enfrentándose en una batalla campal ante vuestros ojos, los 20 minutos finales de 'Aquaman' os parecerán antológicos. Langostas gigantes y cangrejos luchan contra tiburones armados y un ejército de criaturas que nadan en columnas de burbujas. Aullando con su tridente y la armadura dorada está el megatatuado Arthur (interpretado por Jason Momoa) o, como le gusta que le llamen, Aquaman.

Dirigida por James Wan, un hombre que acumula en la mochila grandes éxitos como 'Saw' y mayúsculos fracasos como 'Fast and Furious 7', 'Aquaman' parece adaptar los momentos más psicodélicos del superhéroe anfibio de la DC Comics, que ha inspirado álbumes de lo más llamativos, recreando un mundo de maravillas malignas que habita bajo la superficie del océano. Entrar en la propuesta de esta película significa aguantar la respiración durante dos horas.

Poco importa la intriga. Es igual quién ganará la lucha, quien se hará el dueño de los mares y gobernará sobre la mítica ciudad de Atlantis y sus tropas. Lo mejor que podéis hacer, como espectadores, se dejaros llevar por las corrientes del agua, flotando con la banda sonora de Rupert Gregson-William, homenaje a la brujería musical de Jean-Michel Jarre.