Desde Haneke hasta Yorgos Lanthimos, son muchos los directores que se han dedicado a hurgar en los males de nuestro tiempo para reflejar la hipocresía de la burguesía europea.
Ahora es el turno del holandés Alex van Warmerdam, quien recurre a la alegoría de terror para narrar la descomposición de una familia aparentemente perfecta, que irá hundiéndose y reflejando sus vicios a medida que el germen del mal se instale en su casa.
Milimétrico y fascinante ejercicio de estilo sobre las formas de dominio, poder y manipulación, Borgman se convierte en una pesadilla cotidiana de una incomodidad latente.
Se trata de una comedia muy negra y un thriller psicológico lleno de simbolismo, casi una pieza de teatro del absurdo. Aborda el malestar crónico en el que vive la sociedad del bienestar en forma de monstruo ancestral dispuesto a destruirlo todo por completo.