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Las películas de saldo no se digieren bien, pero a veces queman con una honestidad inesperada. Este es el caso de 'El sótano de Ma', un thriller de venganza brutal y chabacano ambientado en un extrarradio de mala muerte y sin nombre. Una atmósfera inusualmente potente para ser una peli de terror de Blumhouse, hecha a toda prisa. Y no se puede decir que la presencia de Octavia Spencer la eleve: al contrario, ella se deja arrastrar por el placer de convertirse en un monstruo de ojos locos. Hace de Sue Ann, una nada sospechosa vecina que compra cajas de bebida a los adolescentes y les deja hacer fiestas en el sótano. Y sabes de qué pie calza desde el principio (los flashbacks estilo años 80 de los traumas de instituto de Sue Ann son superficiales).
Es una agradable sorpresa que Tate Taylor, el director del infravalorado biopic de James Brown, tenga un Wes Craven dentro. Cuando Ma se vuelve mala, se vuelve mala de verdad, con momentos que casi duelen. La insulsa heroína Maggie (Diana Silvers) no parece tener ninguna oportunidad en el matadero de Sue Ann. Pero Taylor nos distrae con jugosos detalles, como Juliette Lewis haciendo de madre de Maggie, una camarera divorciada. En 'El sótano de Ma' hay un trasfondo de rabia maloliente. Es un film donde los compañeros de trabajo se lanzan pullas todo el tiempo y los desconocidos se llaman 'puta'. Y te preguntas por qué Sue Ann habría querido formar parte de esta comunidad. Y ese es el sutil tema del film; en su América, la venganza es una manera de ir hacia delante.