Salvajes

Es importante respirar profundo antes de ver esta película a) porque la cosa se va a poner muy violenta y b) porque hay varias situaciones que puede que tomes personal. Si ya de por sí la película es una muy fuerte crítica a la guerra contra el narco, al gobierno de Calderón y a los cárteles mexicanos, no ayudó que durante su visita esta semana a la Ciudad México, Oliver Stone diera varias entrevistas en las cuales nada más le echaba más sal a la herida. Algunos lo tomaron bien, como si el director estuviera de nuestro lado, otros como un extranjero que está opinando de algo que no conoce.

La película se centra en dos gringos buena onda que venden la mejor marihuana de Estados Unidos y tienen la vida y el negocio perfecto. Ben (Aaron Johnson) es un geniecito que estudió botánica y negocios en la universidad de Berkeley y así creó la mota perfecta en un negocio perfecto. En su tiempo libre ayuda a niños en África y les regala computadoras. Chon (Taylor Kitsch), su mejor amigo, es un veterano de la guerra en Iraq, y el que pone orden en el negocio cuando alguien se quiere pasar de listo. Estos dos son tan buena onda y se quieren tanto que comparten novia O (Blake Lively), una pobre niña rica que dejó su mansión para fumar marihuana desde que se despierta hasta que se duerme y en el inter darse a sus dos novios. En pocas palabras: lo tienen todo.

Todo esto se pone en juego cuando el Cártel de Baja quiere parte de su negocio pero estos chavos dicen que “gracias, pero no gracias”. Su respuesta desata la furia de Elena La Reina (Salma Hayek), líder de este cartel, quien manda secuestrar a O para enseñarles una lección. Ben y Chon van a hacer lo posible por rescatar a su novia. A partir de ese momento las cosas se ponen muy rudas y violentas: hay muchas torturas, una violación, dos secuestros y otras cosas que no quiero recordar.

La cinta es el retorno del viejo Stone, crudo y violento. Probablemente sea lo mejor que ha sacado en los últimos años. Lo que le podemos criticar a la película son muchas cursilerías como las mil tomas de Blake Lively siendo hermosa en la playa, con el viento en la cara y a cámara lenta, también hay un doble final que se pudieron haber ahorrado. Esto último se lo podemos adjudicar a la novela de Don Wilson en la que está basada la película, pero no porque funcione en el papel quiere decir que funciona en la pantalla. Fuera de la cursilería, podríamos clavarnos y tomarnos todo personal como los buenos mexicanos que somos y criticar que por qué los gringos son los buena onda que hacen negocios “limpios” y ayudan a los niños pobres africanos y los mexicanos son los torturadores, corruptos y violentos. O sea, los cárteles mexicanos si son así, pero los gringos no tienen nada de hippies buena onda, salvadores del planeta.

En fin, lo mejor es no tomarlo personal, ver la película por lo que es: una película y disfrutarla. Es muy emocionante, vas a estar picado desde el minuto uno y si no te asusta mucho la sangre, la vas a disfrutar.