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Es probable que estos días oigáis que 'Toni Erdmann' es la comedia del año. Esto estaría muy bien si no fuera por un pequeño detalle: la película de Maren Ade no es exactamente una comedia. Lo que pasa es que uno de sus protagonistas está empeñado en tomarse la vida a broma, actitud que no hace ninguna gracia a su hija. El intento de él para reconstruir el vínculo paternofilial abrirá un abanico de posibilidades que llevan el film hacia situaciones imprevisibles, absurdas y, sí, a menudo humorísticas. Las casi tres horas de función se avienen a la paciencia y libertad con que Ade permite que se desarrollen los personajes, subiendo constantemente la apuesta hasta el punto de proponer un doble clímax (primero musical, después empleando la desnudez como detonante de un gag) que nos regala algunos de los instantes más hilarantes y a la vez emocionantes de los últimos tiempos.