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Lo tiene todo para ser el homenaje al cine de terror de los 80 que nos prometen el título y el cartel. Los ingredientes son: un adolescente hipersensible y su pandilla, un verano bastante aburrido en una pequeña ciudad norteamericana, un vecino misterioso que despierta sospechas, porque podría ser un 'psychokiller', una chica que provoca el despertar amoroso y sexual del protagonista...
El problema es que, con estos elementos, el equipo responsable del film no ha conseguido mucho más que una ficción tan discreta como previsible, que nunca llega a sacar a la superficie el lado más oscuro de lo que quiere explicar, por mucho que lo intente desesperadamente. La parte final, en este sentido, aporta un crescendo inquietante, incluso culmina en una visión bastante negra de lo que significaba ser joven en América de aquella época, pero la puesta en escena es tan elemental y complaciente que el resultado no va más allá de una amanerada corrección.
Este revoltijo que mezcla cine de Steven Spielberg y las novelas de Stephen King, refrito por los tres cineastas que dirigieron 'Turbo kid', necesitaba algo más que habilidad narrativa y buenas intenciones.