Los favoritos de Paola Palazón Seguel

Con un carajillo, es el plan para una tarde de sábado. Es suave, siempre está recién sacado del horno y tiene el toque ideal de amargura.

Imaginar cómo habrá sido la vida de Frida en ese lugar tan hermoso es un ejercicio que llena de tranquilidad y paz. Lo único que provoca es tender una hamaca y vivir allí.

Siempre pensé –como venezolana– que la comida colombiana era igual a la de mi país, y no había necesidad de prestarle mucha atención. Hasta que conocí este lugar acogedor, donde su gente se preocupa porque te sientas bien y comas rico. 

La señora de las flores, los abuelitos de los que- sos, los helados cubanos, los jugos, la chica de los mariscos, los pescaditos fritos, la harina para las arepas y las demás cosas exóticas del sur del continente. Todo está allí.

Cada caminata por el Centro, por sus calles – las conocidas y las que no lo son tanto– es una aventura. Es el momento para descubrir sitios divertidos, tienditas increíbles, rincones pintorescos y comprar  chácharas que no necesitas pero que terminan siendo tesoros en tu casa.