Así como los géneros musicales, los espectáculos son cada vez más difíciles de encasillar. Vemos circo sin animales, teatro mudo y conciertos con audífonos. Calacas es una danza entre la vida y la muerte, con catrinas y esqueletos que cabalgan al ritmo de tambores, en una fiesta ecuestre infestada de simbología. El uso del espacio en el escenario permite que el espectador elija la escena que quiere ver, difuminando los límites entre la vida y la muerte.
Esta es una producción realizada por el teatro ecuestre Zíngaro con 30 años de trayectoria en Europa. La compañía transformó las artes escénicas mezclando el arte ecuestre con teatro, danza, música y poesía.
“Empecé hace más de 30 años en mi natal París. El arte ecuestre es un arte mayor, al nivel de la danza, el teatro o la música, pues con los caballos puedes hablar de las relaciones humanas y contar historias. Se utiliza el caballo como se utiliza el cuerpo para un bailarín. Tenía la necesidad de hacer una compañía en la que los caballos fueran tratados igual que los humanos. Es una gran responsabilidad, hay que estar con ellos día y noche, son como niños. No los dejamos abandonados ni a la hora de dormir”, comenta Bartabas, el director y fundador del espectáculo.
El creador del proyecto eligió este tema porque siempre le ha interesado los bailes macabros, es decir, las danzas medievales que se llevan a cabo cuando muere un ser querido.
“Los bailes macabros son una tradición muy antigua en Europa. Sin embargo, a nivel visual y musical es muy pobre. Por eso me enfoqué en México, por su música y su cultura. Hice una investigación a través de lecturas, pinturas, poesías, música. Para este proyecto me impresionó la figura de José Guadalupe Posada. Estoy impactado por sus creaciones, cómo ve su país, su cultura, su sátira política. Al final todos los humanos somos iguales porque todos somos calaveras. Él es muy famoso en Europa, no sé si se sabe esto en México, pero Posada es la inspiración detrás de quienes realizan las caricaturas en los periódicos franceses”, explica Bartabas.
El espectáculo cuenta con una pista alzada que permite que el caballo galope muy rápido y simule el cielo. Hay otra a nivel de piso que simula la tierra. Es un tipo de escenario que nunca se había hecho para esta puesta en escena.
“Tengo una paleta de música muy amplia, desde el origen de la música en México hasta las fanfarrias de principios del siglo XX. No es fácil que alguien pueda interpretar todo esto. Trabajo mucho con música antigua grabada, pero también tengo cuatro percusionistas para que acompañen en vivo los pasos del caballo. Son chilenos y franceses. El sonido está muy cuidado, a manera de carnaval”, agrega el director.
Sobre otros personajes, Bartabas hace énfasis en la huesuda mexicana. “La Catrina en la obra me interesa mucho porque es una forma de decir ‘la muerte no es un principio, es un personaje que se puede encontrar de la misma forma que el amor’“.
El montaje en México es trascendental pues es la primera vez que se presenta en el país que lo inspiró.