Esta obra es resultado del primer laboratorio de ganadores del 5º Rally de Teatro Independiente que cada año organiza el Centro Cultural el Foco. Tomaron lo mejor de varios montajes (actriz, director, dramaturgo, actor y nueva revelación) formaron un equipo y les dieron seis meses para desarrollar una obra, desde la redacción del texto hasta la primera función. El problema de mezclar elementos al azar es que estos no siempre son compatibles.
El dramaturgo hace una reflexión sobre el valor de nuestra vida, la revalorización de nuestras prioridades y la eterna lucha entre lo que somos y lo que aparentamos ser, tratando siempre de salir bien librados del dolor y sus derivados.
Para hablar del secuestro de nuestro interior hace una metáfora entre el rapto físico de una mujer y el encierro espiritual de sus captores. Los pone a pelear para definir quién es realmente libre.
Debido a que el texto es muy discursivo y en ocasiones contradictorio, el secuestro físico no se dibuja lo suficiente para hacer énfasis en el rapto interno como tema central y pareciera que su intención es la explicar por qué una persona se vuelve secuestrador.
El montaje apunta a la reflexión a través de la empatía del espectador con el dolor de los personajes, sin embargo estos coquetean constantemente con el cliché del secuestrador y el de la no-víctima.
Crea imágenes y utiliza símbolos poco claros por el uso excesivo de recursos que contrasta con la ausencia de una iluminación y una escenografía funcional. Por su parte los actores se esfuerzan por dar sentido a la obra, aunque la diferencia entre el nivel de experiencia es notoria cuando trabajan en conjunto.