“¿Por qué diablos hay gente que está corriendo en un parque mientras estoy sentada muy a gusto tomándome un café?” Tras hacerse esa pregunta, Bárbara Colio decidió entrarle a un pequeño universo o, como ella lo llama, a una subcultura que cada vez cobra mayor fuerza en la ciudad: la de los corredores y sus muy particulares motivos para correr, que van más allá de practicar un deporte.
“El correr es un actividad absolutamente solitaria, no necesitas más que hacerlo y ya”, comenta la dramaturga y directora que convirtió su cuestionamiento en un completo y complejo tema de investigación que devendrá en una trilogía teatral sobre el cuerpo. En Instinto —primera parte de este análisis—, los pies son el eje rector; como materia prima del acto de correr. De hecho, confiesa que para realizarla, corrió medio maratón de la CDMX en 2016 y viajó a Chihuahua para conocer a los célebres corredores rarámuris cuya habilidad y destreza se halla en la propia naturaleza de esa raza.
Sobre la escena, cuatro personajes coinciden a la medianoche en un supermercado y ahí, desde su individualidad, forman una especie de pequeña familia que ejemplifica todos los usos y formas del término correr: huir, retornar, salvar, ayudar y sobrevivir. El lema de la obra es #correportuvida y eso es lo que harán una corredora de bolsa, un fotógrafo, una mesera y un tarahumara. Nailea Norvind, Tizoc Arroyo, Francesca Guillén y Harif Ovalle son los encargados de darles movimiento y trote.
“Son cuatro desconocidos que establecen una alianza entre ellos ante una situación específica que sucede de pronto en una tienda. Entre cuatro seres tan distintos que no tienen aparentemente nada que ver entre sí, surge algo que los une, que los vincula y que los hace crear una especie de familia espontánea, como muchas veces nos sucede con desconocidos con los que compartimos un momento único, aunque después el nexo desaparezca”, considera la ganadora del Premio de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón 2017, concedido por su trabajo y experiencia como autora teatral.
Junto a ella colabora un grupo de sólidos artistas que acompañarán esta carrera: Mario Marín del Río es el diseñador de escenografía y vestuario; la iluminación corre a cargo de Matías Gorlero, mientras que el diseño sonoro es de Rodrigo Castillo Filomarino. La coreógrafa Rossana Filomarino es la responsable del movimiento escénico.
“Instinto tiene que ver con todo lo vivo que nos queda adentro, lo que nos hace reaccionar en un instante. Estos cuatro personajes se encuentran en un intervalo que se cuenta en setenta y cinco minutos”. La dramaturga quien también asume la dirección de la obra, no oculta su felicidad por haber sido distinguida con uno de los premios más importantes en teatro; pero para ella más que una meta alcanzada, significa apenas una palmada en la espalda que le indica que va bien, que hay mucho camino por continuar, más dramaturgia que escribir… y muchos maratones que correr.