Este montaje se trata de un juego de adultos en el que caben todas las acepciones del término: desde la más humana hasta la más religiosa. Seis personajes –que en realidad son cuatro– llevan al límite sus sentimientos y emociones en esta obra que alude a una alta comprensión del amor, la mentira, la traición, el deseo y el rencor. Escrita a principios de la década de los ochenta por el dramaturgo británico Peter Nichols, esta pieza sube por segunda vez a nuestros escenarios, ahora bajo la traducción de María Renée Prudencio y la adaptación y dirección de David Olguín.
A partir del encuentro con la bella y joven Kate, el hasta entonces sólido matrimonio de Leonor y James comienza a quebrantarse y mostrar las caras ocultas de ambos, a través de un juego tan real como onírico en el que participan Leo y Jim, los alter-ego de la pareja. “Son manifestaciones muy íntimas del drama personal que vive cada uno de ellos y expresan de manera diferente un abismo inconsciente que detona las pasiones. La obra establece ese juego de voces: es muy coral y polifónica”, asegura Olguín, y fue lo que le atrajo cuando lo invitaron a dirigirla.
Carmen Beato y Juan Carlos Barreto interpretan a los esposos que serán confrontados por sus otros yo que encarnan en Verónica Merchant y Moisés Arizmendi. El deseo será personificado por Alejandra Ambrossi, mientras que Paloma Woolrich será la encargada de develar verdades y sostener misterios. Estamos ante una nueva puesta del teatro privado, en este caso de la productora Tercera Llamada y de Próspero Mx, por entretener al público con un texto importante y un equipo que conserva la mejor tradición de nuestro teatro.