Cada año el Foro Shakespeare se pone “breve”. Como parte de su programación anual, monta una temporada de teatro de pequeñas piezas, independientes una de la otra, pero unidas por un mismo contexto. En sus temporadas pasadas, In-pulsos y Frag/mentos, la familia jugaba un papel muy importante; en esta ocasión, el deseo visceral del hombre, su naturaleza y su pretensión de satisfacerse y conseguir lo imposible, serán aquello que constituya el deseo prohibido bajo el cual se mueven cuatro comedias cortas, de corte ligero, y en un solo acto.
¡Despierta, oigo ruido! de Tomás Urtusástegui, El verdugo y el condenado a muerte de Efrat Steinlauf, Eva y Adán de Jacobo Levy, y La paloma de la paz de Hugo Yoffe, fueron las obras elegidas, las cuales exploran los deseos exacerbados que tenemos en la vida: supervivencia, sexo, venganza, y el más grande todos, el de poseer.
Para amalgamar el discurso de cada dramaturgo, la fundación Davar –quien organiza esta temporada– llamó a Enrique Singer; actor, director y coordinador de teatro UNAM, y agraciado culpable de una de las mejores temporadas escénicas en la máxima casa de estudios.
Singer externa su gran interés por la comedia, aunque confiesa nunca haber dirigido una. Aceptó ser la mano que mueve esta temporada, pues para el director, lo prohibido no es el deseo, sino lo que a cada quien resulta indebido. “Nosotros mismos nos censuramos”, dice.
En cuanto a la elección de su equipo, Singer eligió el talento de cinco actores jóvenes: Isabel Piquer, Ricardo White, Roberto Uscanga, Juan Carlos Medellín y Héctor Kotsifakis.
Para el director, este teatro breve indaga en el fenómeno de la risa. Él quiere saber qué la provoca y por qué a la gente se ríe incluso de sus problemáticas. “Lo importante de la comedia es llegarle al ritmo, darle el tiempo que merece”, dice Singer.