Vania está a punto de demostrarle su amor a la bella Helena. Para ello ha cortado un ramo de rosas, pero antes de entregárselo la descubre respondiendo el beso del doctor Astrov. Entonces el tiempo se detiene y el ramo de rosas se torna marchito; y con él, las vidas de estos personajes abrumados por sus propias incapacidades e indecisiones.
La pertinencia en el momento actual de los textos del narrador y dramaturgo ruso Anton Chéjov queda manifiesto con esta nueva revisión que hacen del clásico Tío Vania. Es el turno de los productores Oscar Uriel y Alberto Agnesi, quienes convocaron al joven director Diego del Río para llevar las riendas de un montaje que apuesta por una visión contemporánea y atemporal de la obra.
“No hay ninguna referencia específica a Rusia, pero puede pasar en Rusia o aquí en México. Hay un juego con el mismo lenguaje que le permite al espectador ver una obra que puede estar sucediendo en 2013. La trama es tan contundente y la problemática es tan actual, que más que contar un cuento de una época o un país específico, me interesaba acudir a la esencia y a lo más humano del conflicto”, dice Diego del Río.
Aunque parten del texto chejoviano, la propuesta de Del Río es la construcción de los personajes y situaciones a partir de los deseos e intereses del reparto: “Todos tenemos en la cabeza cómo tiene que ser Vania o Helena, entonces buscamos actores que tuvieran ganas de construir su propio Vania, su propia Helena. Les pedí que se olvidaran del cliché y trabajaran a partir de lo que a ellos les pasa, lo que a ellos les toca”.
Víctor Huggo Martin, Gabriela de la Garza, Moisés Arizmendi, Fernando Becerril, Paloma Woolrich, Concepción Márquez y la joven Adriana Llabrés son los actores que, con arrojo, viven personajes que, a decir del director, “muestran la incapacidad del ser humano de asumir su vida y de tomar una decisión con todas las consecuencias que esta tenga”. Seamos nosotros capaces de confrontarnos con ellos.