En una casa de campo aislada de cualquier forma de comunicación y entre tapices extravagantes, alfombras de peluche, muebles vintage y un leitmotiv de The Beatles, encontramos a cinco artistas que algún día fueron muy famosos. Atrapados por el pasado, estos personajes excéntricos no nos cuentan quiénes son, sino quiénes fueron.
Nos situamos en un limbo entre los setenta, los noventa y el ahora. A modo de guion, los protagonistas recrean anécdotas de su carrera: Nina —resalta en la interpretación de este papel Mariana Gaja— fue la protagonista infantil de la telenovela más larga de México "Huerfanita de mi corazón”; La Jakys (Salvador Petrola), tuvo el mejor espectáculo travesti en el Teatro Blanquita; El maguito (Pablo Perroni), quien de niño fue el mago asistente de un famoso payaso de la televisión; y las gemelas Arely y Yareli (Adriana Montes de Oca, alternando funciones con Angélica Bauter), famosas cantantes infantiles.
Estos cuatro (o cinco) personajes saben perfectamente la historia de los otros y entre ellos recrean sus vivencias. Jimmy (Joshua Okamoto), el nuevo integrante de la casa, viene de una fama muy diferente; el internet. Él choca completamente con el tono de los demás, pues ninguno de ellos conoce sus canciones, ni su vida.
En Quiero volverme supernova, el dramaturgo Joserra Zúñiga retoma las figuras del mundo del espectáculo mexicano para hablar de la fama, lo efímero y de cómo a través de la televisión el espectador parece conocer a fondo la vida de quienes son "famosos", al grado de poder juzgarlos y criticarlos.
Esta farsa cómica dirigida por Alonso Iñiguez cuenta con un trabajo actoral bien logrado y el público conecta fácilmente con la historia. Se suma el encanto visual del vestuario y la escenografía y la iluminación a cargo de Mauricio Ascencio, que en conjunto nos hacen ver la dualidad de la vida de las estrellas.