Para muchos, la historia es la misma de siempre: la hija del patrón tiene relaciones sexuales con uno de sus sirvientes. Pero esto es teatro y del más alto nivel. Es August Strindberg, padre de la dramaturgia sueca contemporánea, y Señorita Julia (1889), su obra más representada. El sexo y la diferencia de clases y de género cobran alturas trágicas, mortales y eróticas.
Tras muchos años de no llevarse a escena mexicana, el clásico regresa a nuestros escenarios bajo la batuta de Martín Acosta, quien toma una nueva traducción, a cargo de Ileana Villarreal para refrescar el drama entre la hacendada Julia y el peón Juan. Los protagonistas son Cassandra Ciangerotti —suma una nueva heroína trágica a su quehacer; la anterior fue la Julieta de Shakespeare— y Rodrigo Virago, ambos estarán bajo la severa vigilancia de Cristina, la novia de Juan, quien será interpretada por Xóchitl Galíndrez, una de las jóvenes actrices mejor valoradas de su generación.
Un montaje que, ante el creciente interés por retomar la discusión y los actos sobre el feminismo, adquiere un valor distinto y de suma actualidad. A fin de cuentas, para eso son los clásicos.