Tomar Partido

  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Esta historia sí ocurrió. Corrían los años de Adolf Hitler y su cacería nazi cuando el director de orquesta Wilhelm Furtwlänger gozaba de la fama entre la crema y nata de su país, y ayudaba a judíos a escapar y movía la batuta para complacer con su música a Hitler, sentado siempre en la primera fila.

Así nos la cuenta Ronald Harwood en Taking Sides, la versión original de Tomar partido, que protagonizan Humberto Zurita, Rafael Sánchez Navarro, Marina de Tavira, Stefanie Weiss, Martín Altomaro y Sergio Bonilla, reparto que hace oda a la experiencia, bajo la dirección de Antonio Crestani.

La obra es un careo previo a un juicio donde el mismo autor no decide si el músico es nazi o no. Le toca exponer los puntos de vista en una maestría argumental, donde Wilhem y Steve Arnold, el soldado americano que lo acusa, quieren ganar la partida.

Encontronazo

“A Wilhelm se le acusaba por ser un estandarte de la supremacía aria. Sin embargo, el músico ayudó a muchos judíos a salir de Alemania. También se rehusó a hacer cosas negativas que el partido nazi le pidió”, comenta Rafael Sánchez Navarro a favor del músico.

Por su parte, Humberto Zurita, en su papel, rebate: “ Wilhelm es culpable. Un director de orquesta no es nadie especial y debería ser juzgado como una persona común”.

El compositor argumenta que  la música da humanidad y justicia. pero el personaje americano está seguro que no: “Si tienes cautivo y amarrado a las patas de una cama a una persona, no se va a sentir más libre porque le pongas a Beethoven”, defiende Zurita.

“A mí no me importa que seas un gran músico; si te quedaste con Hitler, eres nazi. Todos los que teniendo la oportunidad de irse decidieron quedarse es porque estaban de acuerdo con el régimen. Tu música la ocupaban para matar judíos”, le dice Steve a Wilhelm, en voz de Zurita. A lo que Rafael Sánchez Navarro contesta: “Claro que Wilhelm  quedó impregnado del olor a peste y a karma, pero  se quedó por necesidad”.

El trasfondo

La preparación de estos personajes requirió una investigación documental, que a decir de Rafael Sánchez, los llevó a encontrar hasta videos del propio Wilhem dirigiendo conciertos para Hitler.

Aunque más de 80% del texto de Harwood está basado en hechos reales, el personaje de Steve Arnold no existió. Es una licencia dramática para darle hilo a la historia. En este caso, Steve representa a Estados Unidos desde su parte liberadora, nos cuenta Zurita.

La obra, que ya ha sido representada en Broadway y en el cine, Réquiem por un imperio, cuenta con la garantía de calidad de su autor, del que ya se ha interpretado en México  El vestidor, con Ignacio López Tarso y Sergio Bonilla.

Detalles

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