César Chávez

“Sí se puede”, antes de convertirse en el clamor de motivación para el deporte mexicano o en el lema de campaña de Obama, fue una expresión que involucró a ambas naciones gracias a César Chávez, un activista que en los sesenta luchó por los derechos civiles de los campesinos que trabajan la “tierra de los sueños”.

En César Chávez, su tercer largometraje, Diego Luna se aventura con una historia de alcance social mayor y con el acento que significa lo biográfico.

Si bien el aspecto técnico es acertado, con la inserción de videos reales que dan cierta solidez al relato, el desarrollo de los personajes es inconcluso. El vínculo con los protagonistas no cierra, en parte por lo parco de las actuaciones, y en otra por recursos narrativos ordinarios que mantienen la cinta en un nivel plano. Secuencias como los altercados entre manifestantes y autoridades o la huelga de hambre tienen un relieve limitado.

Es valioso, sin embargo, que acontecimientos e ídolos reales sean capturados por el cine, apelando siempre a su función social. De personajes como César Chávez se nutren las memorias colectivas y las fílmicas.