Desierto

Después de demostrar sus habilidades para construir el guión de una película de gran presupuesto, como lo fue Gravity (Alfonso Cuarón, 2013) que costó alrededor de 100 millones de dólares, Jonás Cuarón (Año uña, 2007) regresa a la silla de director para contar nuevamente una historia de supervivencia humana, pero ahora no lo hace en el espacio exterior sino en el desierto.

Más que el entorno, en esta coproducción México-Francia el instinto de supervivencia se detona a partir de una persecución entre un grupo de migrantes y un minuteman (civiles que vigilan la frontera sur de Estados Unidos). Mientras el pollero y su grupo de latinoamericanos sale bien librados de la patrulla fronteriza, hay un hombre estadounidense que no deja de observarlos a la distancia y se acerca sigilosamente, como un buen cazador, a sus presas.

El menor de los Cuarón sabe —en parte del filme— qué diálogos darle a los personajes y en qué momento activar las armas del minuteman (interpretado por un irreconocible y nacionalista Jeffrey Dean Morgan) para transmitir al público la tensión y desesperación del protagonista (Gael García Bernal, en el rol de migrante).

El mensaje de una caza absurda queda claro, tal como desde los años veinte lo planteó The Most Dangerous Game (de Richard Connell) y las cintas que esta célebre publicación ha desencadenado. Pero no es la falta de indignación, reflexión o de intriga lo que falla en esta cinta, incluso cuando algunas líneas sobran y hay secuencias enteras que podrían omitirse sin atentar contra el origen y fin de los personajes centrales. Cuarón tampoco falla al apropiarse del escenario natural y convertir al desierto en un personaje tan importante como para hacer con él coreografías enteras.

Uno de sus errores es no detener la acción antes de que la chispa absurda haga presencia y propicie momentos carentes de credibilidad, pero es mayor flaqueza la falta contexto que da a los personajes. Si bien no es necesario ver hacia el pasado de los sujetos para entender las razones que los sitúan ahí, los diálogos reflejan muchas veces una falta de investigación en el tema migratorio, denuncia que quería hacer Cuarón con su trabajo.