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Harrison Ford tiene mucha experiencia trabajando con coestrellas grandes y peludas, pero en El llamado salvaje, su peludo compañero es un poco más realista que Chewbacca, un collie de St Bernard-Scotch llamado Buck, el protagonista de esta última adaptación de la novela de Jack London, de 1903. Si estás familiarizado con la historia o has visto alguna de las innumerables adaptaciones, sabrás que el héroe secuestrado atraviesa una serie de aventuras humanas en el territorio canadiense de Yukón: tira de trineos, esquiva avalanchas y enfrenta a osos pardos , antes de pelear con un lobo, mostrando su lado salvaje.
Esta versión, lo diferente es que no fue filmada completamente en vivo. Salvo un par de cabras, todo el elenco de animales se procesó por computadora, mientras que nuestro héroe perruno es interpretado por el experto en captura de movimiento Terry Notary (El planeta de los simios: (R)evolución). Los resultados son, en el mejor de los casos, mixtos. Mientras que el director Chris Sanders (Cómo entrenar a tu dragón) es capaz de lograr piezas de acción e interacciones entre humanos y perros, que serían una gran demanda incluso para el artista canino más versátil, Buck tiene un aspecto ligeramente falso y carece de lo tangible a un perro real.
Afortunadamente, Ford es su habitual carisma (y completamente real) como un hombre amablemente gruñón. La exuberante cinematografía de Janusz Kaminski también es una compensación considerable. Aunque a veces se vuelve un poco blanda, con una visión de la naturaleza que es francamente fantástica (los animales no hablan, pero claramente piensan como humanos), el corazón cálido y desvergonzado de la película lo hace lo suficientemente agradable. Debería ganarse a su audiencia de medio término.