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Una de las primeras lecciones que aprendemos sobre la magnitud ancestral de la Ciudad de México, es que fue construida encima de un lago por los aztecas y que después, durante la Conquista, comenzaron a edificarse los cimientos de la metrópoli más grande de América Latina.
Pero lo que no dicen los libros de historia, es que la naturaleza acuífera de la capital mexicana vaticina un desastre: el colapso de las redes de distribución de agua que dejarán a más de 20 millones de habitantes en una sequía urbana.
Lo más aterrador: esta catástrofe ocurrirá dentro de los próximos años por culpa de la exportación costosa de agua de otros estados de la república, la sobreexplotación de mantos subterráneos o el mal uso que se le da al agua de lluvia.
Esa es la advertencia y tesis principal de H2Omx, un documental inteligente y visualmente atractivo que no busca condenar las acciones gubernamentales, ni de la sociedad en esta crisis ambiental; de hecho, su principal objetivo es reflejar la vida de un grupo de personas afectadas por la mala administración en el suministro de agua.
La película está construida por datos proporcionados por expertos en la materia –apoyados por gráficas y animaciones– así como testimonios de familias de las zonas marginadas, o habitantes de zonas rurales de estados conurbanos, quienes describen lo que puede llamarse un nuevo ciclo hidrológico: las aguas negras que se utilizan para regar el campo de provincia, después se transforman alimento que consumimos en el Distrito Federal.
H2Omx no trata de buscar soluciones, sino de concientizar sobre el futuro. La forma honesta de afrontar un problema –sin cargas políticas, ni amarillismo– coloca a este documental como una obra que rebasa la genética de los documentales escolares o televisivos, y lo proyecta como una cinta informativa y relevante sobre la historia de la Ciudad de México.