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Una imagen incrustada en la memoria: un niño se acerca a una alcantarilla donde se esconde un payaso de aspecto terrorífico con el que establece una conversación. Y aquí empieza la pesadilla. Andy Muschietti ya se había acercado a los miedos infantiles en su ópera prima, 'Mama' (2015), y ahora se adentra en el universo de Stephen King para adaptar una de sus obras más célebres, 'It', obviando toda la parte del relato que se refiere a la vida adulta de los protagonistas para centrarse de una forma más específica en su infancia.

Eran muchas las suspicacias sobre si se mantendría incólume el espíritu profundamente turbio y subversivo de la obra, y la verdad es que nos encontramos ante una de las más completas y perturbadoras aproximaciones al terror en clave 'mainstream' que se han hecho en los últimos tiempos. Un pueblo de la América profunda, la década de los 80, un grupo de criaturas que empiezan a percibir de qué manera el mal que se encuentra instalado en el subsuelo, con la forma de un ente amenazante, se introduce en sus vidas y apela a sus fantasmas internos.

Muschietti elabora una película muy personal que funciona como una metáfora entorno del fin de la inocencia, pero también como una crítica hacia la sociedad actual marcada por el miedo y la manipulación. Y todos estos elementos trepan para configurar un film profundamente oscuro y sugestivo en el que la figura icónica de Pennywise, el clown, emerge como catalizadora de todos nuestros terrores, pasados ​​y futuros.