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En resumen: el tipo que dirigió 'Thor: Ragnarok', el neozelandés Taika Waititi, ha hecho una película sobre un adorable joven hitleriano que tiene como amigo imaginario a Adolf Hitler (Waititi). Es una buena noticia: ya ha llegado el momento de repensar este cineasta de arriba a abajo.
'Jojo Rabbit' tiene la perspectiva de un niño ingenuo y solitario de 10 años, Jojo (Roman Griffin Davis), el "mejor y más leal pequeño nazi que he visto nunca", como dice el Hitler de Waititi con voz de dibujos animados. Para reír con la película, tendréis que abrazar este montaje intencionalmente inmaduro, que nos muestra un Jojo frenético que corre por la calle a ritmo de la versión alemana de 'I want to hold your hand' de los Beatles. En caso contrario, los anacronismos serán duros de tragar.
¿Deberíamos reír de todo esto? Muy raramente 'Jojo Rabbit' nos dice que no (a diferencia, por ejemplo, de la hipócrita 'La vida es bella'). En una secuencia como de casa encantada, Jojo descubre una adolescente judía, Elsa (la extraordinaria Thomasa McKenzie), que vive en el interior de las paredes de su casa, una niña abandonada secretamente protegida por su alegre madre soltera (Scarlett Johansson). Todo lo que Jojo tiene en mente sobre los judíos son ideas ridículas y Elsa solo le anima: "Es evidente que somos demonios que amamos el dinero", confirma.
No es necesario saber que Waititi es medio judío, su confianza eleva la película por encima del antisemitismo. De alguna manera, imperceptiblemente, convierte la relación en tierna (Jojo crece un poco) y esto es lo que hace de la película un tesoro. Waititi está creando un nuevo terreno y ojalá Jojo encuentre un público que lo capte.