Morelos

Morelos, o la película que tardó dos años en estrenar. Y no es que haya tenido problemas de financiamiento, sino que en 2010 –con excusa del Bicentenario– hubo un boom momentáneo de patriotismo fílmico. Uno de los hombres que encabezaron este fenómeno fue Antonio Serrano, quien dirigió la historia “jamás contada” de Miguel Hidalgo, una cinta que sólo sobrevivió gracias al atractivo de sus protagonistas. Al igual que en aquella cinta, Serrano se vuelve a enfocar en un personaje histórico para narrar pasajes de su vida personal: en Morelos, nos traslada a finales de 1812, cuando el ejército insurgente sitia la ciudad de Oaxaca y el “Siervo de la Nación” tiene un amorío con la mujer de un militar fallecido.

¿Historia reveladora o polémica? No; de hecho, el gran error de Serrano es glorificar a niveles de semidiós a Morelos (Dagoberto Gama), presentándolo como un hombre que excede en virtudes al resto de sus congéneres y cuyo sacrificio por la libertad es caricaturizado. Todos los excesos son malos y Morelos peca de ingenua. Lo que hay rescatar y alabar es el diseño de producción, que tuvo un cuidado metódico por reproducir las calles, uniformes y utensilios del siglo XVIII. Ojalá se hubiera tenido el mismo cuidado con el guión.