Fernando Bonilla
Foto: Alejandra Carbajal

Entrevista con Fernando Bonilla

El Foro Shakespeare, su segunda casa

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El director Fernando Bonilla, fundador de la compañía Puño de Tierra, quiere contagiarnos con su Teatro Virus. El periodo de incubación será de un año y, afortunadamente, no existe vacuna contra el teatro independiente.

¿En qué consiste el Teatro Virus?

Es una residencia con el Foro Shakespeare y compañías independientes para poder sobrevivir en equipo. El objetivo es la creación de nuevos públicos, porque la mayoría de los mexicanos no considera al teatro como una opción de entretenimiento. Así que todo el año, bajo el nombre de Teatro Virus, montaremos varias obras.

¿De dónde viene el nombre de Teatro Virus?

El teatro es una experiencia que se contagia. Asistir a una puesta en escena incuba un virus que después se distribuye. La residencia busca que el espectador genere un gusto teatral y que le queden ganas de volver.

¿Cuáles son las obras que presentarás en este proyecto?

Durante 2014 tendremos siete puestas: El puto peón negro chueco, La nieta del dictador, Almacenados, Menoclownsia, El santo chueco, Los ingrávidos y Pastorela en diez cuadros. En octubre realizaremos el Festival Internacional de Teatro y Muertos.

Puño de Tierra se inclina por el teatro político. ¿Qué es lo que hace diferente a tu compañía de otras que abordan esta temática?

Nosotros no hacemos panfleto ni pretendemos dogmatizar al espectador. Abordamos la política desde las interrogantes para que el público busque sus propias respuestas. ¿De qué sirve ir a ver una obra política que hable de lo que ya sabemos y nos quedemos sin hacer nada? Es más útil insultar, increpar e incomodar al público para que salga con ganas de activarse políticamente. La censura aún existe en nuestra sociedad, pero muy distinta a la que vivimos hace 20 años. Podemos decir lo que sea en el escenario, pero le estamos hablando a las mismas cinco personas que van al teatro. Es decir, puede haber mucha oferta teatral, pero el público sigue sin crecer. Ahí radica la nueva censura.

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