Teatrines y bataclanas

  • Arte, Técnica mixta
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

Durante 30 años, Montserrat Pecanins ha atrapado recuerdos en cajas. Son pequeñas y mecánicas. Contienen todo aquello que motiva a la artista, que le da forma a sus sueños.

“En 1914 existió una mujer que quería ser actriz pero no daba una. Vivía en un barrio de pescadores, en Argentina. Para actuar, se hizo un traje brillante como de sirena, con las piernitas de fuera. Como en ese tiempo no había silicones y las chichis ya las tenía caídas, se puso una tablita debajo para alzarlas. Hice a esa mujer en un teatrín y esa caja la tiene Laura Esquivel”, recuerda Montserrat Pecanins.

Sus teatrines son cajas hechas minuciosamente a mano, que apresan los instantes de oropel en los escenarios de vedettes, bataclanas –las primeras bailarinas de París que se quitaron las mallas para bailar, a decir de la propia Montserrat– o del folclor mexicano, como Los Panchos o María Victoria.

“Con los teatrines hago un homenaje a las vedettes, porque sin enseñarles nada a los hombres los ponían locos”, explica Montserrat.

Esta artista, junto con sus dos hermanas, fue dueña durante 45 años de la galería que llevaba su apellido. La idea no surgió de la nada.

Ella nació en España y cuando era niña viajaba al pico Tibidabo, en Barcelona. Allí está el Museo de los Autómatas, donde se exhiben cajas mecanizadas a las que echas monedas para que “cobren vida” payasos, bailarinas y cirqueros.

“Tiempo después, a mi marido, el artista Brian Nissen, le dieron la beca Guggenheim y nos fuimos a Nueva York. Allí me aburría soberanamente y empecé a crearlas con las historias que mi papá me contaba, ya que al vivir en la época franquista todo estaba mal visto”, recuerda Montserrat.

En Nueva York conoció a unos travestis que se hacían su ropa con pedazos de cortina y un caparazón de tortuga como sombrero. Le fascinaron tanto que les hizo un teatrín y los invitó a su casa. Cuando llegaron, ellos dijeron que los personajes parecían hombres. “¡Pues claro, eran ellos!”, afirma Pecanins.

Un mundo en miniatura

“Yo me maravillo con las mercerías viejitas, donde una señora ancianita vende encajes con hilos de oro y plata. Acumulo esas cositas en una caja, pongo una figura, le agrego un motor para que se muevan. Luego, luces y espejos”, explica.

“Antes las hacía de cartón, pero como desde niña quise ser arquitecta comencé a construir las cajas. Le pagaba a un carpintero, pero era caro y como ni pulía la caja, cuando metía la mano me astillaba. Entonces ahora las hacemos entre Brian y yo”.

El talento de Montserrat llevó a exhibir su trabajo en la joyería Tiffany's y en el Museo de Arte Popular de Nueva York, en 1989. Algunos de los teatrines están rodando por el mundo, pues fueron vendidos a personas en Canadá, Estados Unidos y España.

El trabajo minucioso que Pecanins pone en cada caja es evidente cuando uno observa el diminuto puñal que le colocó a la bailarina la Bella Otero, “para los que se propasaban”, dice; las manos del pianista que “cocinó” en un horno para que quedaran idénticas, el mes que le llevó crear un violín de cinco centímetros que realmente tocaba; o bien, cada uno de los 200 libros miniatura que creó para la pieza homenaje al director de las librerías más grandes de Estados Unidos, Barnes & Noble.

Estas piezas no son un arte presuntuoso. Ella se describe como “una artesana que hace lo que le da la gana”, riéndose de que a su edad (84 años) puede hacer de sus historias una reverenda caja, mismas que se han vuelto desde el regalo para la hija del escritor Eloy Martínez, hasta la compra más emotiva de Tania Libertad.

“Esto es un homenaje a esas mujeres que eran más decentes que las señoras de la alta sociedad”, asegura Montserrat.

Detalles

Sitio web del evento
www.map.df.gob.mx
Dirección
Contacto
5510 2201
Precio
$40, domingos entrada libre
Horas de apertura
Mar-dom 10am -5pm, mié 10am-9pm
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