En los vestidos de Quesada

Echar un vistazo al espacio de trabajo de un diseñador de moda siempre genera emoción (y envidia). La inventiva y el proceso de construcción de una colección son vitales, pues a partir de estos se construye el estilo de los habitantes de cualquier ciudad.

Hablar de creatividad en la ciudad de México sin contemplar ciertos nombres es imposible uno de ellos, por supuesto, es el de Alejandra Quesada. Se trata de una chica que desde sus inicios camina por una línea muy particular: se arriesga sin perder su esencia.

Patrones colgados de los muros, pinturas y telas por doquier y colecciones completas colgadas de racks son la primera impresión del espacio.

El arte y la naturaleza más que dos características básicas de su trabajo, son su inspiración, su referencia. Cuando entramos al estudio de la diseñadora, descubrimos un mundo que vive escondido en libros y revistas, en boards y rollos de tela. Es un universo muy parecido a un cuento, donde los animales y la fantasía se hace presente, claro sin perder un ligera influencia de la cultura mexicana.

Es por eso que la mujer Alejandra Quesada es alguien que imagina, inventa y cuenta su propia historia. Alguien detallista e inocente.