Omitiendo totalmente los ángulos referentes a la economía, el gobierno y la inseguridad, es duro vivir en México. Estamos pegados, geográficamente, al país con la industria musical de mayor presencia en el globo. Gracias a ello, año tras año somos testigos del retorno de cientos de bandas de todos los estilos, tamaños y trayectorias, que jurábamos desaparecidas.
Cuando corremos con suerte, algún festival –de esos para modernos– opta por traer a alguno de los recién revividos a tierra mexicana (siempre durante la última etapa de sus respectivos tours). Cual cola del cometa, el hype se desvanece y, por lo general, presenciamos músicos agotados, fuera de forma y con una (o dos) docenas de crudas más de las que ningún humano debería vivir.
Si bien el fenómeno de las reuniones proviene (generalmente) de Estados Unidos, no es exclusivo de las bandas yankees. Por eso, cuando escuchamos que Los Fresones Rebeldes se reunirían, nuestro corazón se detuvo por un segundo, pero cuando nos enteramos de que una de sus primeras fechas sería en México, sacamos cita con el cardiólogo.
Para quien no conoce a dicha agrupación, les contamos: Los Fresones Rebeldes es una banda de rock formada a mediados de los noventa que se despidió de los escenarios a principios del siglo XXI. Dos LPs, una compilación de sencillos y algunos EPs conforman su legado musical.
Quizá esta agrupación no gozó de gran popularidad en México, sin embargo, estos barcelonenses fueron –durante años– un referente de la escena musical española. Formaron parte de varios de los festivales más populares del país y muchos medios los definieron como una de las bandas que dieron origen a la actual escena indie española.
Así que chavorucos y chavorucas de la capital: preparaos para una noche de gritos y baile; una velada de rock salvaje y algo fresón.
