Javiera Mena
Foto: Cortesía Tape

Reseña: 'Otra era', de Javiera Mena

Sintetizadores y declaraciones sexuales

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La música no está exenta de modas. No importa si se les sigue o no, las tendencias están presentes como en cualquier industria.

Hace casi un lustro, una de estas rachas invadió México: el pop chileno independiente. Este sonido llegó para demostrar que el país sudamericano tiene mucho más que ofrecer además del festival Viña del Mar o Kudai.

Dënver, Francisca Valenzuela, Gepe y, por supuesto, Javiera Mena son sólo unos cuantos de los nombres que forman parte de esta "avanzada chilena".

La llegada de Mena a México comenzó con el inocente cover a "Yo no te pido la Luna", de Daniela Romo. Este track formó parte de Esquemas juveniles, un disco que sólo los más "indies" conocieron en su momento.

Cuatro años después apareció Mena, el segundo álbum de la chilena. Con él dejó atrás a la Javiera soñadora para dar paso a una versión más atrevida y sofisticada.

Ahora, luego de otros cuatro años más, Javiera aún juega con su nombre, su personalidad y sus senos. Presentó Otra era, un álbum que se publicó a pesar todos los obstáculos.

Lo primero –irónicamente es lo último en el disco– que escuchamos fue "Espada", una canción hiperactiva y llena de sintetizadores. Su video promocional abordó una perspectiva lésbica y bajo la dirección de Luis Cerveró, le valió casi un millón de reproducciones.

Otra era carece de bombas melancólicas como "No te cuesta nada" o "Un audífono tú, un audífono yo", temas que se desprenden de Mena (2010). Quizás lo que más se acerca a esas baladas son "Quédate un ratito más" y "Pide", que emanan una vibra R&B con toques muy latinos.

De lo que no carece el álbum es de sintetizadores. Los encontramos de todo tipo: facilones, pegajosos, bien construidos, armónicos y caóticos. Si bien esto logra que el disco sea bailable y divertido, lo hace sonar saturado. No nos entrega ni un momento para respirar o prestarle atención a su voz ni a sus letras.

Por supuesto que las colaboraciones no faltaron. En "Sincronía, pegaso" escuchamos a Gepe y a Andrés Nusser, al más puro estilo electropop. También aparece El Guincho en "La carretera", que es como la hermana fea –por fea me refiero a menos producida– de "Agüita", de Danna Paola (Javiera estuvo detrás de ese hit de 2013).

A pesar de que es un disco que se disfruta y se baila mucho, no tiene ese encanto ni esa sencillez que conquistaba a la primera. Dichos elementos le dieron a Javiera Mena la ondita y frescura que nos maravilló. Aunque al final, para ella es "otra era".

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