Un hombre tendido en una camilla y otro que porta un bisturí “asesino” es una de las escenas más perturbadoras de esta obra escrita y dirigida por David Olguín. Narra un momento mítico en la historia mexicana: la noche en que Aureliano Urrutia le cortó la lengua a Belisario Domínguez.
Olguín presenta un teatro histórico emocionante. Como si estos personajes fueran boxeadores, confrontan su perspectiva sobre el país, a la mitad de una noche en la que el reloj ha dejado de moverse para reflexionar sobre el presente y el futuro de México. En un juego de realidad y ficción, los actores consideran que no debieron salir del camerino para una escena de la que difícilmente podrán salir.
La delicia de este reestreno, que vio la luz en 2009, radica en la madurez del trabajo de Olguín como investigador de los detalles históricos, que dan sustento a la reinterpretación de la trama con un humor interesante. Su calidad lo ha llevado ya a las 100 representaciones.