¡Salve, César!

Luego del drama existencialista de Balada de un hombre común (2013), Ethan Coen y Joel Coen regresan con una comedia ambientada en la década de los cincuenta para hablarnos, a partir de la esencia de la industria cinematográfica de aquel entonces, sobre los vicios de las compañías productoras, de la religión y del capitalismo.

Pero, tal como dijera uno de los personajes de ¡Salve, César!, “ojalá fuera tan simple”… Sin embargo los hermanos Coen hacen que no luzca complicado combinar todos esos elementos y crear con ellos algo que haga reír a la audiencia. La cinta que cierra con la llamada “Numbskull Trilogy” —de la que son parte O Brother, Where Art Thou? (2000) e Intolerable Cruelty (2003)— gira en torno a un agente hollywoodense llamado Eddie Mannix (Josh Brolin). Él debe resolver varias crisis en el estudio para el que trabaja, el secuestro de su estrella Baird Whitlock (George Clooney), el embarazo de su actriz DeeAnna Moran (Scarlett Johansson), lidiar con la prensa y controlar su adicción al cigarro.

Poco más de 24 horas en la vida del protagonista es lo que vemos en el filme. Sus aventuras en ese tiempo son suficientes para que los Coen hagan homenaje a los géneros que tuvieron un gran momento en aquella época: musicales, westerns y dramas. Es por ello que llegan los efectos visuales artesanales —maquetas, escenografías pintadas, el predominio de foros en lugar de locaciones—, las escenas coreografiadas y las tomas en contrapicada.

Quizá llegue el momento en que consideres que ya son demasiados personajes, hilos por unir y temas que abordar. Pero déjate llevar por los comentarios sobre el capitalismo, la reflexión banal del personaje de Clooney, los chistes generados alrededor de la figura del vaquero y los pasos de tap de Channing Tatum (como Burt Gurney). El final es más claro de lo que parece. Y sí, saldrás con una ligera sonrisa en la cara.