Las mejores cafeterías en museos

Visitamos recintos culturales en busca de las mejores infusiones

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Por necesidad, comodidad o praxis. Por no dejar. Por placer. Cualquiera podría aventurarse a continuar la experiencia de visitar un museo en su cafetería, o esperar al acompañante a esa práctica frente a un amargo y humeante café. En algunos casos, vale la pena y sorprende. En otros es mejor ahorrarse la estupefacción, pero lo que definitivamente debería estar prohibido es no visitar el museo.

Nube Siete
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Cafés
  • Ciudad Universitaria
  • precio 1 de 4

Se supone que es un espacio de inspiración para artistas, rodeado de piedra volcánica y con terraza. Está dentro del Museo Universitario de Arte Contemporáneo –a su vez, parte del Centro Cultural Universitario–, lo que no le impide operar en días y horarios en que las salas de exposición, cines o teatros permanecen cerrados. En servicio a partir de las 8am, por lo que es ideal para comenzar el día con una rebanada de pastel. Su carta va más allá de la de una cafetería, aunque el café es bueno. Destacan la sopa de verduras con mejorana, la hamburguesa angus (con discreta salsa tex-mex) y los tacos de camarón con salsa molcaje-teada; es decir, verdaderas opciones de comida amigables con el bolsillo (cada uno de estos platillos ronda los 100 pesos). Para beber, las limonadas nube siete, con jamaica o mora azul, son muy refrescantes. Evítalas si no te gustan las bebidas con agua mineral gasificada. El punto negativo podría ser el ser vicio, no te asustes si al llegar a tu mesa encuentras las migajas que dejaron los anteriores comensales

El Restaurante de los Monjes
  • 4 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Cafés
  • Zona Metropolitana
  • precio 1 de 4

Con nombres de platillos que recuerdan sus años de claustro, este patio dentro del convento es uno de los secretos mejo r guardados del Desierto de los Leones. Muy recomendables los huevos de su santa voluntad (al gusto, pues), las enchiladas del nuevo creyente y la cecina de la expiación. Más allá de la comida, el museo, el sótano –parte de su obra hidráulica y no los calabozos, como muchos creen–, y el bosque permiten organizar un día de camp o y justifican levantarse temprano para llegar hasta Cuajimalpa para desayunar. Aunque su costo podría desanimar a uno que otro, lamentarás aquellas ocasiones en que preferiste quedar te en los puestos de quesadillas que están afuera.

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Cafetería Museo Dolores Olmedo
  • 3 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Cafés
  • La Noria
  • precio 1 de 4

No tiene nombre ni lo necesita. La cafetería del Museo Dolores Olmedo es una síntesis perfecta de la vida de esta mujer y de la misión del recinto: rescatar las tradiciones de Xochimilco. El huevo –sí, sólo uno– rabo de mestiza tiene ese sabor local y cumple pese a que la salsa es un poco aguada. El detalle incómodo: cobran la entrada aunque únicamente visites la cafetería. Así, uno está obligado a ver la exposición en un recinto mal planeado e inadecuado para discapacitados y personas de la tercera edad.

Cafetería Museo Franz Mayer
  • 3 de 5 estrellas
  • Restaurantes
  • Loncherías
  • Guerrero
  • precio 1 de 4

Dispone de una zona para fumar ¡dentro del museo! La cafetería del Franz Mayer no destaca por su menú –baguetes ya preparadas, aunque comestibles–, pero tiene un par de pasteles (el de chocolate semiamargo está de exposición) y un café que invitan a volver. La mezcla de esas “tortas” y excelente café resulta una alegoría de la exposición de carteles con que inauguró 2013: obras de arte junto a dibujos infantiles.

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