1. Foto: Alejandra Carbajal
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Shopping en Tepito

Nos adentramos en las entrañas del legendario mercado de este barrio. Salimos con dos mil pesos menos, pero lo bailado ¿quién nos lo quita? Te contamos nuestra experiencia de estilo en Tepito. Y sí, hasta encontramos un Chanel

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Las historias sobre este barrio rebasan las películas de Christopher Nolan. Sin embargo, la riqueza de mitos es uno de los principales atractivos de Tepito. Se trata de una zona que ha sido estigmatizada y que, en realidad, es un choque cultural por demás interesante. Llegar ahí es encontrarse con otra realidad y una perspectiva diferente de casi todo lo conocido del Eje 1 Norte a Santa Fe.

Debo confesar que, inmediatamente después de ponerle fecha a mi visita, fui a mi computadora y googleé "Tepito". En menos de media hora leí varios artículos con cabezas como "Perdidos en Tepito" o "Tips para visitar el barrio bravo". Ingenuamente me llené de prejuicios y me creí varias cosas como "vete lo más fachoso que puedas" o "guárdate el dinero en el calcetín". Así lo hice, pero conforme me adentraba en el mercado, esos textos parecían cada vez más exagerados.

Pero, más allá de visitar Tepito y escribir la misma crónica que se ha publicado con diferentes títulos en diferentes lugares, el verdadero reto de este artículo es motivarte a dar un rol por este barrio sin la sentencia de "hágalo bajo su propio riesgo". Para mí, el mejor pretexto —como casi siempre— es ir de shopping. Como primer tip, puedo decir que no hay que disfrazarse de homeless para ir a mercar; lo mejor es vestir como se debe ir a un día de compras, o sea, lo más cómodo posible. ¡Ah!, y sólo efectivo, porque la única línea cerca de ahí es la del metro.

Según Alfonso Hernández, cronista del barrio encargado de darnos el recorrido, Tepito es el regulador comercial de la Ciudad de México. Es aquí donde conglomerados como Walmart y Chedraui ponen los ojos cuando hay que superar las ofertas de la competencia, y no en Bodega Aurrerá, como Mamá Lucha nos hace creer. Debido a esto, los comerciantes del barrio lo han hecho más seguro, pues con la mala fama que posee, los compradores disminuyeron.

El mercado —que no parece tener fin— está acomodado como cualquier mall: departamento de electrónica y línea blanca, ropa, zapatos, entretenimiento, salones de belleza itinerantes y sección de comida con uno que otro stand de antojitos por ahí. Así que, si buscas aquella película de terror turca de los cincuenta, debes adentrarte en la calle González Ortega, especializada en videojuegos y películas. En Díaz de León viven los puestos de electrónica, que ofrecen desde estéreos para carro hasta lavadoras y hornos de microondas.

Nos adentramos al universo de la moda "from Tepichulo" que vive en las entrañas del mercado. Antes de poner un pie en el famoso tianguis, me habían dicho que Armani, Saint Laurent y Prada no eran desconocidos en "Tepis". Esa teoría fue comprobada cuando vi, junto a un rack de bolsas con nombres impresos como Calvin Klein y El Palacio de Hierro (a $10 cada una), un Chanel con todo y etiqueta. 300 pesos y sin regatear. Para cualquiera que hable Chanel, ese precio es un regalo de Dior nuestro señor. Aunque, obvio, se duda de la autenticidad. El olor a pegamento de uñas y tacos de longaniza convive sin problema en calles como Aztecas, que están repletas de puestos, algunos con cara de boutiques, con toda la oferta de moda -gran parte producto de la picardía mexicana-: playeras polo "Lacos" en 100 pesos; tangas y pantaletas "Victorias Sicret" en tres por $50 (ofertón); cinturones y bolsas de "Maicol Kors" o "Luis Vuitón", según prefieras, en $150 de mayoreo. Incluso encontré los codiciados cases para "aifon" de la colección de Moschino inspirada en Barbie y McDonald's.

Aquí con mil pesos armas un outfit (sin zapatos) completo, o tal vez dos, si compras por mayoreo. Y nada de out, este barrio entiende de tendencias: maxifaldas, bodys, crop tops, leggins, pantalones de tubo o de campana, capas, camisetas sport, sweatshirts, tanktops y hasta abrigos oversize están disponibles.

Accesorios, ropa deportiva, uñas acrílicas, extensiones de pelo, maquillaje, relojes, ropa de bebé (que vende Lourdes Ruiz, la reina del albur) y de paca, e incluso juguetes sexuales es lo que vas a encontrar.

El highlight es Michelle and Nicole, ubicada en la calle Aztecas, frente al deportivo Maracaná. Aunque hay ropa muy en onda lobuki, también hay faldas con cortes muy a lo Zara y bolsas de acrílico en forma de la botella del codiciado No. 5. Otro de los grandes atractivos es el mercado de tenis, ubicado entre las calles de Tenochtitlan y Matamoros, frente a las famosas migas de La Güera, y conocido localmente como "la zona sport".

Entrar a este mercado es más impactante que enterarse de la candidatura de Carmelita Salinas. En pocas palabras, es una oda a la tendencia sport. Aquí se encuentran reunidos innumerables pares de tenis de diferentes marcas. "¿De qué número? Pásale güerito, sin compromiso" son las palabras que te reciben cuando apenas asomas la mirada a uno de los locales que componen el santuario del "teni". Encuentras desde unos Superstar de Adidas, hasta colecciones completas de AirMax de Nike. Los precios son similares a los de las tiendas; la diferencia es que aquí se ejerce la tradición del regateo. Si agarras al marchante de humor, puede que te rebaje hasta 100 pesos. Todo depende de ti. Eso sí, también hay algunas imitaciones, así que hay que estar abusado. El sol de las dos de la tarde ya hace estragos en el cuerpo y el cansancio es inminente. Tres horas de recorrido le hacen al cuerpo lo que una presentación del Corona Capital. Después de echar un vistazo a los Rolex que brillan en el pasillo de relojes, Alfonso nos indica que vamos a caminar por un túnel (formado por las lonas de los mismos puestos) para salir al área de la ropa de paca y vintage. Aquí los trench coats se ven por doquier. Ni siquiera la boutique de Burberry en Antara tiene tantos en un solo rack. Lo mejor es que el rango de precios es de $300 a $350. Lo peor es que la mayoría son tallas extra.

Con varias bolsas encima y 2 mil pesos menos, estamos listos para caminar al metro Lagunilla, no sin antes despedirnos del barrio como se debe: con cerveza en mano y escuchando las historias de los vecinos con las que, sin duda, querrás regresar y seguir conociendo los secretos del emblemático Tepito. 

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